Me sigue sorprendiendo la selección de imágenes que hace la mente. Por ejemplo, puedo forzarme inútilmente a tratar de recordar cual fue la primera película que vi en mi vida en el cine. Es imposible. Me afirman que fue una reposición de El Mago de los Sueños en otoño de 1977. De hecho tengo el programa de mano guardado como un tesoro. Todavía hoy busco en mi mente alguna imagen de mí mismo viendo la película, pero no lo recuerdo.
Sin embargo, lo que sí tengo presente como si lo estuviera viviendo ahora mientras escribo, es la lluvia de ese día y subirme con mi mamá a un taxi Fiat 128 que encaró para el centro. Recuerdo vívidamente subir las escaleras del cine Los Angeles. Puedo describir ese cine como si fuera mi casa y de hecho lo fue muchos años de mi infancia. La verdad es que me gustaría volver a entrar allí para verlo. Aunque no exista más…
La esencia de recuerdos como este (cada uno tendrá el suyo) es la inspiración que llevó a Meritxel Soler a escribir y dirigir (con la colaboración de su esposo Julián Vázquez) Cine al Fin.
Estudiando cine en Argentina, Soler conoció al que ahora es su marido quien a su vez le contó una pequeña historia del cine de El Bolsón. Luego de una urgencia médica, Meritxel vuelve a su Garriga natal en Catalunya y allí comenzó a gestarse la idea de esta película. Particularmente en el cine Alhambra. Meritxel le cuenta al dueño sobre nuestro desaparecido cine América (aquella imponente sala de Callao y Santa Fé ¿Se acuerda?) La directora y la película inician entonces un viaje en busca de algunas respuestas. Todo absolutamente relacionado con el amor por la mera existencia de una sala cinematográfica y el profundo dolor por cada una que se cierra. En este sentido la obra parece subrayar un especial cariño por la parte edilicia de los cines. Tanto el cine América, como el Bariloche o el de El Bolsón son mostrados con su respectiva actualidad. Como si se intentara buscar en su desaparición, los rastros de generaciones y generaciones de personas que vivieron y disfrutaron la época dorada. Cuando el cine reunía amigos y familiares a dejarse llevar por el séptimo arte.
Cine al fin se instala al costado de cuestiones coyunturales como la globalización o las políticas económicas. Estos factores están implícitos y por eso se permite reflexionar profundamente sobre las sensaciones que causa tener una pantalla grande frente a los ojos.
Se nota claramente que cada uno de los encuadres está cuidadosamente buscado y planificado. Los directores se toman su tiempo para que las imágenes cuenten junto a una banda de sonido muy sugestiva y la voz en off de Soler que le agrega un tono pensativo a la atmósfera que se genera.
De Catalunya a Tierra del Fuego se arma un recorrido nostálgico y esperanzador. Un plano detalle de un fragmento de celuloide del que crecieron raíces, basta para establecer la clave de esta producción. Si. Un cine puede desaparecer, pero también se puede recuperar. Ahora sí, vuelva a leer como se llama esta película y lo lindo que es poder darle más de una lectura.