Claudia se fija en los detalles. Es meticulosa. Sabe lo que quiere, pero no siempre comparte esa información del todo. Puede resultar atractiva, o por el contrario, generar rechazo. Esta descripción se ajusta tanto a Claudia, el personaje (Dolores Fonzi), como al largometraje en sí, y no es por casualidad.
La historia se desarrolla en un día en la vida de esta organizadora de eventos, y su vida es su trabajo (al punto tal de ofuscarse y ponerse a corregir detalles organizativos durante el velorio de su padre).
Claudia tiene que tomar la posta como wedding planner cuando una de sus compañeras tiene un percance de salud, e inmediatamente empieza a incorporar algunos cambios, siendo el principal un cambio de locación. La familia de la novia empieza a antagonizarla, y sospecha de un sabotaje. Sumado a esto, la novia misma tiene dudas de última hora y le suplica a la protagonista que cancele todo. Claudia hace frente a todo esto junto a Pere (Laura Paredes), su ayudante, y el evento llega a una conclusión, aunque no es la esperada.
Sebastián de Caro va construyendo el relato con diversos elementos de comedia, acercándose al absurdo y al subgénero de “enredos”. En el medio también incorpora tintes de terror psicológico, y hasta pasajes de misterio policial. El director es un conocedor del cine en general, y se nota; cada elemento es manejado con habilidad, y todos contribuyen para mantener a la audiencia comprometida con su historia.
Sin embargo, hay cosas que no funcionan del todo bien, en especial hacia el cierre. Por muy bien ejecutados que estén los toques de terror y suspenso, tal vez algunos espectadores – o muchos- se encuentren con que esos recursos no aportan demasiado sentido a la trama a fin de cuentas. Claudia (el personaje) no pierde en ningún momento el control de la situación, gracias a su naturaleza profesional. Pero tanto personaje como obra no llegan a lograr la complicidad con el público del todo. En ese sentido tenemos un final que nos deja casi tan desorientados como a muchos de sus protagonistas.
Entre los puntos más destacables del film está, primero y principal, la actuación de Fonzi, que nos presenta de forma encantadora a un personaje que, si se aproxima a serlo, es por una cuestión de trabajo. Los aspectos técnicos también cumplen, ya sea en vestuario, diseño de producción, fotografía y música (tenemos una secuencia de baile en particular que mezcla todo eso de manera tan perturbadora como memorable).
Concluyendo, “Claudia” se merece la oportunidad de hacernos disfrutar de un buen momento, siempre y cuando se tenga en cuenta que ella siempre va a estar en control.