En la primera escena de la nueva comedia dirigida por Sebastián De Caro (20.000 besos), que inauguró la última edición del BAFICI, se percibe un clima diferente: un videoclip musical de Lali Espósito. Detrás del telón descubrimos a Claudia Segovia (Dolores Fonzi), una organizadora de eventos ocupada en todos los detalles.
“Siempre aspiramos a la excelencia”, afirma cuando se hace cargo de una boda por pedido de una amiga. Con la ayuda de su asistente (Laura Paredes), Claudia coreografía cada paso del casamiento, pero una serie de inconvenientes incontrolables se suceden cuando se ve obligada a cambiar la iglesia y el salón. La solemne y siempre impecable “wedding planner” deberá, junto a su entorno, enfrentar imprevistos en un palacio y a una familia que arrastra secretos.
El planteo del filme es interesante por la manera de narrar las diferentes situaciones que enfrenta la protagonista en medio de una variada fauna encabezada por una novia dudosa (Paula Baldini) y un novio (Julián Kartún) inmerso en una nebulosa. Entre los comensales está el suegro (Jorge Prado en un gran papel) que controla todo y un primo (Gastón Cocchiarale) con su pareja (Julieta Cayetina) que parecen los olvidados de una fiesta de Hollywood. La atracción de la velada, prevista para el final, es un mago (Santiago Gobernori) que presenta su acto de ilusionismo -ya se verá por qué- en la historia.
Se trata de una comedia atípica con pulso seguro que se alimenta de otros géneros y explota el misterio (Claudia también se transforma en una suerte de investigadora) cuando se desatan confusiones y afloran pasiones ocultas.
Uno de sus aciertos es abordar temas como la ausencia paterna (en un velatorio inolvidable), la obsesión, el vacío existencial y la soledad, pero sin olvidar que se trata de una comedia.
Claudia imprime su sello personal y ofrece referencias para el público más atento. Dolores Fonzi lleva adelante su inmutable criatura con convicción, entre la apariencia externa, la intuición y el desorden interior que atraviesa. Todo con detalles que como reza el slogan publicitario lo son todo. Al menos para ella.