Perdiendo el control.
Claudia es una comedia argentina escrita y dirigida por Sebastian De Caro y protagonizada por Dolores Fonzi como una organizadora de eventos sumamente obsesiva. La acompañan Laura Paredes, Julián Kartun, Paula Baldini, Gastón Cocchiarale, Jorge Prado y Julieta Cayetina.
La película nos cuenta la historia de Claudia Segovia, una empleada de una empresa de eventos, que tiene que hacerse cargo de improviso de un casamiento, pero se le derrumban todos sus planes cuando la novia le confiesa en secreto que no quiere casarse. Esto la llevará a a investigar los motivos y a hacer todo lo posible para que la boda no fracase, y así poder conservar su trabajo.
Buena parte del humor que tiene esta película se debe a la disciplina militar con la que Claudia lleva a cabo su trabajo. Esto se puede apreciar desde la pulcritud de su uniforme hasta como llama base de operaciones a la oficina desde donde dirige el evento, y que luego se convierte en una sala de interrogatorios. Pero a mi parecer esta situación absurda no termina de rematarse con gags efectivos, ya que hay muchos menos de los que el espectador podría esperar. Porque su director no le saca todo el provecho que le ofrece el muy buen trabajo de Dolores Fonzi, generando un fuerte contraste entre su disciplina obsesiva y una fiesta desastrosa inspirada en las comedias de Blake Edwards, sin necesariamente plagiar a La fiesta inolvidable.
Pero un aspecto positivo a destacar de todo este potencial desaprovechado después de un comienzo genial en el que Claudia reta a la organizadora del velorio de su padre, seguramente por cuestiones presupuestarias es que Sebastián De Caro es un director a tener en cuenta en el futuro. Porque es bienvenido al cine argentino contemporáneo esta apuesta por el humor negro enmarcado en situaciones cotidianas con las que es fácil identificarse
En conclusión, Claudia es una comedia que plantea muy bien una situación, pero que no termina de explotarla al máximo, desperdiciando así su enorme potencial humorístico. Pero se destaca el muy buen trabajo de Dolores Fonzi y queda la esperanza de que la sociedad con Sebastián De Caro como director traiga futuros proyectos mucho más interesantes.