Clementina representa un sólido debut en la dirección de Jimena Monteoliva con una intensa propuesta de terror que le hace justicia al género.
Dentro de la producción nacional no hay tantas mujeres realizadoras que se enfoquen en este tipo de cine y esta película te deja con ganas de ver futuros trabajos de ella.
Quienes siguen esta página desde hace años saben que no soy el mayor fan de las propuestas locales y me cuesta mucho engancharme con los relatos que se ofrecen.
Por eso cuando les recomiendo alguna producción es porque me gustó mucho y creo que vale la pena.
El relato que propone Monteoliva es muy interesante por dos motivos.
En primer lugar presenta una inusual fusión entre el drama de la violencia de género, que se trata con un realismo escalofriante, y el conflicto de misterios sobrenaturales.
Dos temáticas que durante el desarrollo de la historia la directora consigue que se complementen muy bien.
Clementina trabaja de un modo contundente el proceso de estrés post-traumático que enfrentan las mujeres que sufren este tipo de abusos, que en esta película encarna con mucha intensidad Cecilia Cartasegna.
El corazón de este film quien brinda una interpretación formidable en el rol protagónico.
Su personaje se siente muy real y el progresivo deterioro de su psicología, a raíz de la situación dramática que vivió le aporta un enorme impacto emocional a la trama.
El film explora muy bien la impotencia que suelen vivir las víctimas de la violencia doméstica y toda la manipulación y control que ejercen los agresores.
Un rol al que Emiliano Carrazone le aporta algunos momentos escalofriantes.
Todo este contexto oscuro que enmarca la vida del personaje principal luego se combina con algunos elementos fantásticos que están muy bien elaborados.
Como propuesta de terror Clementina trae al recuerdo por momentos el viejo cine de género de los años ´60, del estilo de The Haunting (Robert Wise) y Repulsión (Roman Polanski).
Películas que solían enfocarse en los aspectos pscológicos del horror y las atmósferas inquietantes, más que los jump scares burdos que hoy se convirtieron en un lugar común.
La película de Monteoliva genera muy buenos momentos de tensión y convierte a esa casa donde se desarrolla el argumento en un escenario claustrofóbico que se vuelve agobiante.
Los aficionados al cine de horror sabrán apreciar esta producción local que merece su recomendación.