Triste: así es Close, una película que impacta y conmueve como pocas, que es candidata al Oscar a la mejor película internacional, donde compite con Argentina, 1985, de Santiago Mitre, y que cuenta una amistad o una relación como pocas.
El cineasta belga Lukas Dhont ya había avivado el fuego, incitado y despertado el interés con Girl, su opera prima. Era la historia de una joven transgénero, que deseaba ingresar a una escuela de ballet. Dhont lo dijo en la entrevista con Clarín: si Girl trataba sobre la femineidad, Close habla de la masculinidad. Y de la virilidad, que no son exactamente lo mismo.
Léo (Eden Dambrine) y Rémi (Gustav De Waele) son dos chicos de 13 años. Amigos desde siempre, inseparables, comparten salidas, travesuras, la escuela. Viven en la campiña, y Léo suele quedarse a dormir en la casa de Rémi. Se lleva bárbaro con la madre de su amigo -los papeles de las madres son interpretados por Émilie Dequenne, de Rosetta, que es Sophie, y Léa Drucke, Nathalie-.
Sus juegos son inocentes, pero Léo mira de un amanera diferente a Rémi.
Son las compañeras de la escuela las que les preguntan si son pareja. Léo lo niega, de manera rotunda, pero es a partir de que otros varones comiencen a hacer comentarios maliciosos que Léo, completamente desorientado, decide separarse de Rémi.
Heridas siendo tan chicos
No, no es como en Los espíritus de la isla, pero la disolución de una amistad puede ser igual de cruel. Más cuando se tiene 13 años, hay un bagaje adulto que no se tiene y el mundo puede parecer que se desmorona. No se sabe cómo curar las heridas.
Porque tampoco se sabe cómo expresar lo que se siente. Rémi no entiende qué sucedió, y no sabe cómo expresárselo a su (ex)amigo.
Todo eso sucede en Close.
Y así como Rémi toca el oboe, Léo se anotará a jugar hockey sobre hielo. El cambio es notorio. Uno busca placer en el arte, el otro en el deporte, a veces brutal.
La amistad, intensa, ya no existe. Uno le hizo un vacío al otro, y un hecho inesperado le cambiará la vida a Léo, en un giro de 360 grados.
Por supuesto que no es lo mismo contar la historia de una relación de amistad, teñida de lo que fuera, con protagonistas que están en la pubertad que si lo estuvieran ya siendo jóvenes o adultos. Dhont les dio el guion a sus dos protagonistas para que lo leyeran una sola vez, y no sintieran que tenían que copiar lo que leyeron en el papel. Había que crear esa relación.
Pero otro de los aportes del cineasta belga a la discusión sobre la masculinidad pasa por el sentido de la virilidad. Pero nada de todo esto es dicho con palabras altisonantes, sino que Dhont busca en las manifestaciones, en las exteriorizaciones, las miradas de los protagonistas brindar esa expresión.
Hay una cuidada manera de narrar y una utilización de la paleta de colores en Close que (re)descubre significaos, de la pureza del blanco a saltar a otros colores, los travellings en los campos de flores. Close es una experiencia artística contada con simpleza, con humildad, con talento y con mucho, pero mucho contenido y pasión.