Un mapa de muchas otras películas
Los directores de esta película tienen antecedentes de cierta trascendencia en el cine contemporáneo. Para algunos, la impecable Corre Lola corre de Tom Tykwer, para otros la rupturista Matrix de los hermanos Wachowski, fueron obras que causaron impacto en el público hacia finales de los años 90. Un proyecto de la magnitud de Cloud Altas: la red invisble es a priori atractivo tanto para quienes conozcan sus obras anteriores, como para quienes prefieran el cine hollywodense cargado de estrellas. Y si bien no decepciona, no puede considerarse una evolución respecto de sus mejores producciones, ni una película que devuelva en acción o drama los dólares invertidos.
La trama se construye sobre seis historias en tiempos distintos y modos de relatar diferentes. El comercio esclavista en el Siglo XIX, el amor loco y el arte en los años ‘30, el periodismo y las corporaciones en los ‘70, el desprecio a los viejos en el presente, la imposición totalitaria futurista y la supervivencia de unos pocos en un futuro impreciso. Para contar las historias y mezclarlas, solaparlas, los realizadores apelan a reconstruir las características más o menos típicas del modo en que esas historias se suelen tratar en el cine estadounidense. Podría resumirlo diciendo que respetan convenciones de los géneros. Pero no es así. Apenas respetan algunos aspectos exteriores como vestuarios, escenografía y peinados, pero no diferencian los relatos en sus estructuras internas, en el modo en que construyen sus personajes, ni en las condiciones históricas que producen los héroes o los villanos. La narración es una sola y la conducción de las mismas está atada por la preeminencia de un par de ellas (aun cuando pretenden narrar con voces diversas). Así trazan un mapa en cuatro dimensiones donde a las distancias geográficas suman las temporales, para establecer continuidades esperanzadas en la presencia de individuos que siempre apostarán por las buenas decisiones y por el amor.
En este complejo relato compuesto por seis historias que son una, los personajes se repiten: poderosos de todo tipo, cínicos individualistas, pequeños héroes morales, amantes insospechados de dobleces. Todos ellos son parte de una trama única en la cual, de un modo u otro, el amor y la pureza vencen, aún en la intimidad de las decisiones personales. El mundo seguirá siendo de los malos, pero no podrán llevarse todo por delante.
La fábula moral de Cloud Atlas no es ni novedosa, ni profunda. Cruzando tradiciones narrativas que provienen de fuentes diversas (las literaturas de sagas mitológicas, el romanticismo decimonónico, 1984, Matrix y Meteoro) lo que logran es una película que entretiene a pesar de sus casi tres horas y de las máscaras que ocultan a sus actores, muchas veces patéticas. Obviamente esto no es poco, pero en este mundo cinematográfico donde parece que sólo la industria dominante sigue impulsando la atracción del público masivo a las salas, que sus más interesantes creadores jóvenes hayan ajustado tanto su propuesta a la norma, no deja de tener su costado lamentable.