Relatos futuristas salvan “Cloud Atlas”
Esta compleja historia de libertad que dura siglos y varias reencarnaciones de las mismas personas a través de generaciones tiene su sustancia y también sus puntos en blanco, básicamente debido a que no todos los relatos encajan tan bien con los demás ni son tan interesantes como los otros.
Tenemos la historia de un abogado enfermo y un esclavo durante un fatídico viaje en barco en el siglo XIX; la relación entre un brillante compositor y su mentor en 1930; un asunto conspirativo investigado por una periodista con intereses ecológicos en la década de 1970; los problemas de un editor acosado por las deudas en el 2012, más dos episodios futuristas: uno en la Corea del siglo XXI y otro dentro de varios siglos en un marco totalmente post-apocalíptico.
Dado que «Cloud Atlas» dura tres horas y todos estos relatos están entremezclados, además de estar actuados por los mismos intérpretes, hay más de un momento donde todo el asunto se vuelve un poco confuso y cansador y no demasiado coherente con el resto. Esto sucede especialmente con el episodio del editor contemporáneo que empieza con gran contundencia gracias a uno de los mejores papeles que tiene Tom Hanks en el film, el de un escritor decidido a asesinar a un critico, pero que luego se disuelve en una comedia de la tercera edad que no tiene mucho que ver en espíritu con el dramatismo de las otras historias.
Lo mismo pasa con el relato del compositor, que perfectamente podria haber dado para una gran película por sí solo, pero que parece unido de una manera un tanto gratuita con los demás episodios. En cambio, la historia setentista que tiene como principal protagonista a Halle Berry sí coincide bien con los relatos futuristas y, además, ofrece una impactante escena digna de un policial blaxploitation.
En realidad son los dos relatos futuristas lo que salvan «Cloud Atlas», y donde queda claro el talento de los hermanos Andy y Lana Wachowski para los mundos imaginarios, que en este caso no solo incluyen espectaculares escenas de acción (que de todos modos aparecen en este largo film) sino también diálogos profundos, llenos de distintos contenidos filosóficos libertarios.
Las actuaciones de Halle Berry necesitan menos maquillajes raros para sus sucesivos papeles, pero en algunos casos, especialmente en el de Tom Hanks, la mezcla de efectos digitales y de maquillaje se vuelven un poco distractivos sobre todo cuando aparecen y reaparecen una y otra vez, dada la naturaleza laberíntica del montaje del film. En todo caso, al menos dos de esos múltiples personajes le dan un gran lucimiento a este gran actor que sin duda tomó un gran riesgo -igual que todos los otros involucrados- con esta película llena de ideas e imágenes fascinantes pero también un tanto abrumadora en forma y contenido.