Opresores y oprimidos
Ambiciosa, peligrosa y pretenciosa película que decepciona en casi todo su relato. Un desafío narrativo el cual no pudo ser resuelto de la mejor manera y, por lo tanto, en vez de asombrar por su singularidad, termina aburriendo por su enorme duración y falta de conexión sólida que unifique de manera relevante a las seis historias que integran la película. Una monstruosa trama la cual desborda artificialidad y carece de emociones genuinas.
Cloud Atlas está compuesta de seis historias de las cuales algunas difieren entre sí notablemente y de otras donde se presentan similitudes importantes. Todas ellas mantienen un hilo que las une y sus personajes están interpretados por los mismos actores. En todas ellas hay un despliegue visual muy atractivo y los interpretes son maquillados y vestidos acorde a sus caracterizaciones. En cada historia se relata la aventura de un protagonista oprimido y casi esclavizado por un ser o civilización superior. Todas las historias encuentran su unión en el karma y como las acciones de unos (historia a) repercute en los otros (historia b). Por lo tanto, es claro que esta producción es ambiciosa por su descomunal relato, peligrosa por su gran presupuesto y potenciales pérdidas económicas, y pretenciosa en su búsqueda filosófica sobre las relaciones en las acciones de los seres humanos.
Todo está armado para brindar un gran espectáculo, sin embargo falta lo más importante, la linea central. Una guía con principio, desarrollo y desenlace. Es decir, un delineamiento que ordene las acciones para de esta manera mantener en vilo al espectador. Esta línea argumental puede estar formada por seis relatos, como en este caso, pero si o sí tiene que estar. La realidad demuestra que no hubo consideración por esta regla y las consecuencias son muy notorias. Para empezar, el hecho de que los seis relatos se desarrollen exactamente a la par solo crea problemas, ya que de esta manera el inicio se hace interminable, el desarrollo no lleva a ninguna parte, y en el final cada clímax (momento culmine de la película) se opaca entre sí. Luego aparece el espectador deseoso de encontrar las conexiones entre las historias. Uniones que al ser simples detalles, con el correr de los minutos solo generan fastidio. También se genera el inconveniente de agotar al espectador con el atropello de robarle la conclusión a un giro de la historia. O sea, es imposible no frustrarse cuando al suceder algo interesante en una trama deliberadamente se lo transporta a otra. Por último, la narración simultanea crea la noción de un universo único que engloba a las seis historias. Por lo tanto, una comedia casi de caricatura o una aventura de tintes fantásticos nunca se va relacionar de manera plena con cuatro dramas bien fuertes de tono realista.
Es probable que hubiera sido mejor plantear las seis historias por separado de manera más tradicional. Aunque esto no necesariamente hubiera resuelto el problema, simplemente hubiera cambiado los desafíos. En todo caso, Cloud Atlas falla a la hora de armar una historia solida y es por eso que no logra ser un producto entero. Tal vez, el objetivo final nunca contó con una premisa del todo fuerte o convincente.