Cloud Atlas es una de las producciones independientes más caras en la historia del cine que tuvo muchos problemas para ser concretada.
Ningún estudio de Hollywood importante quiso prenderse en este proyecto ya que lo veían como una apuesta arriesgada, desde el punto de vista comercial.
Así fue que los hermanos Wachowski junto con el director de Corre, Lola, Corre, Tom Tykwer estuvieron durante cuatro años tratando de realizar este proyecto que se hizo realidad gracias al aporte de financistas independientes.
La película es una adaptación de la novela homónima de David Mitchell que ya de entrada proponía un desafío complicado.
A lo largo de más de 500 páginas la trama interconectaba seis historias que transcurrían en distintas épocas y escenarios.
La propuesta en general, lo mismo ocurre con la versión cinematográfica, es muy original e interesante por las temáticas que trata.
Cloud Atlas lidia con el karma y las vidas pasadas y como nuestras acciones y elecciones del presente repercuten en el futuro dentro de esa gran ilusión y mentira que es el tiempo.
El punto es que el núcleo central de esta historia se refiere a que en realidad todos estamos mucho más conectado de lo que creemos y es ahí en donde entra en juego la red invisible a la que se refiere el título.
Lo cierto es que este estreno me dejó sentimientos encontrados que no pude aclarar todavía.
Por un lado me parece que la temática es apasionante y desde la realización es brillante en muchos aspectos.
Sin embargo, también me quedó la sensación que el film no explotó del todo el potencial que tenía. No se la jugaron.
El tema de las vidas pasadas y el karma se aborda muy por arriba y el film es rebuscado de manera innecesaria con una extensión que se hace tortuosa durante casi tres horas.
Hace muchos años que no hacía algo que me generó Cloud Atlas y es mirar el reloj para ver cuánto falta para que se termine un film.
No suelo hacer eso en el cine y disfruto de las historias largas pero acá la última media hora se hace interminable.
Creo que a esta película le faltó esa magia especial que tuvo la primera entrega de Matrix, donde los hermanos Wachowski abrieron muchas cabezas con una historia profunda que generaba su discusión y además ofrecía una gran entretenimiento pochoclero.
Esta película tiene sus escenas de acción y suspenso pero no alcanzaron para convertirla en una obra apasionante.
Por ejemplo, la historia que protagoniza Jim Broadbent en un geriátrico técnicamente no le aporta nada a este film, más allá de algún momento humorístico, y alarga esta producción de manera innecesaria.
Ahí está el gran problema para mí desde lo argumental.
Los personajes atraviesan todo tipo de situaciones pero el tema central de la película nunca se termina por desarrollar del todo y los distintos argumentos se terminan por volver aburridos, ya que carecen de un conflicto sólido que genere entusiasmo.
El concepto del film es brillante pero su ejecución terminó siendo decepcionante.
Algo para destacar es el trabajo de los actores que interpretan distintos personajes y la extraordinaria labor del editor Alexander Bender que merecería ser considerado en los próximos premios Oscar.
Es muy difícil narrar a través de la edición seis historias de manera simultánea sin perder la coherencia del film y lo que hizo Bender es fantástico.
En lo personal esperaba mucho más de esta producción y aunque no me terminó por convencer del todo creo que si sos cinéfilo vale la pena experimentar esta historia en el cine porque son propuestas locas que no llegan a las salas todas las semanas.