Pequeña gran película con Joaquín Phoenix
Ninguneada por la Academia en los premios Oscar, la película de Mike Mills (Beginners) es una pequeña pero magistral producción que conmueve y reflexiona por igual.
Después del reconocimiento internacional con Joker (2018) Joaquín Phoenix hace un giro de 360 grados en su carrera con C’mon C’mon: siempre adelante (C’mon C’mon, 2021), una película independiente filmada en blanco y negro y con la producción de A24.
Johnny (Phoenix) viaja por los Estados Unidos entrevistando niños para un programa radial. Los chicos sorprenden con sus lúcidas respuestas sobre el medio ambiente, las crisis sociales y el futuro. Johnny tiene la paciencia y el temple para escucharlos mejor que nadie. Por eso cuando su hermana Viv (Gaby Hoffman) le deja a su hijo Jesse (Woody Norman) a su cuidado, parece pan comido para él. Sin embargo, la convivencia con el niño será un verdadero -y difícil- aprendizaje para ambos.
El film tiene la fisonomía de una road movie porque son dos personas (Johnny y Jesse en este caso) en un viaje por las grises ciudades de Estados Unidos en el que deben aprender el uno del otro en un determinado lapso de tiempo. Pasarán por momentos de felicidad y episodios traumáticos para convertirse en compañeros de aventuras en el periplo.
Pero el film de Mike Mills no se contenta con eso y va más allá para hablar de la necesidad humana de comunicarse. Johnny trata de mostrarse seguro ante las incesantes preguntas de su sobrino de 9 años de edad. Al pequeño las respuestas no siempre le satisfacen motivo que lleva a Johnny a replantearse su profesión, su persona, e incluso su manera de ver el mundo. El chico busca certezas y su tío está inmerso en un mar de dudas.
Jesse busca, con su padre enfermo, un referente adulto en su tío todavía en crisis por la muerte de su madre, la abuela del chico. La idea del adulto lleno de seguridades se desvance minuto a minuto. De más está decir que la dinámica entre los actores es impecable. Phoenix trasmite desde la contención ternura y sufrimiento con la misma sensibilidad. Mientras que Woody Norman es tan instintivo y adorable como maduro. Juntos encuentran la química perfecta para fusionar sus almas vulnerables más allá de la diferencia de edad.
El futuro, ese lugar lleno de promesas e incertidumbre, es escenificado en la ciudad de Detroit, espacio donde se llevan a cabo las primeras entrevistas de Johnny. La ciudad del progreso industrial y de las innumerables crisis económicas construye varios sentidos desde la mirada de los chicos encuestados. El blanco y negro del film tiene el doble fin de generar un melancólico pasado y a la vez, hablar de un presente en construcción para poder proyectar un auspicioso futuro para los protagonistas.
C’mon C’mon: siempre adelante es emotiva, dulce y melancólica pero sobre todo profundamente humana. Una gran película que dice más de lo que muestra sobre el mundo contemporáneo, con la sencillez y la sabiduría de quien reconoce no tener todas las respuestas pero está dispuesto a oir a las nuevas generaciones. Tengan la edad que tengan.