¿Qué va a pasar con nuestras vidas y qué está realmente bajo nuestro dominio? ¿Qué esperamos del futuro? Tan abarcativa y tan existencial, tan inasible y tan concreta, a la vez, la inquietud impacta en nosotros con la precisión de un teledirigido. Nuevo hallazgo fílmico de la ascendente productora A24, mixtura de ficción y cine documental, “C’mon, C’mon, Siempre Adelante” fluye bajo la lente de Mike Mills como una singularísima propuesta. El director de “Beginners” (2010) y “20th Century Woman” (2016) construye una relación símil paterno filial entre protagonistas, encarnado en la dupla actoral que conforman Joaquin Phoenix y Woody Norman. Una película reflexiva, poética, cuya identidad visual se recrea entre voces en off y una recurrencia hacia el fuera de campo. ¿Justifica el blanco y negro por sí solo su injerencia? Nos llama poderosamente la atención en el presente film dicha elección estética; una propuesta que, a lo largo de la última década, se ha vuelto frecuente en retrato de cine de autor como “El Artista” (2010), “Mank” (2020), «Roma” (2018) y “Belfast” (2021). El atractivo excede la gama cromática, entre distintas tonalidades de grises que con también prismas a través de los cuales cotejar posibilidades de ver la vida. Recurre a una narrativa paralela, cuyo nivel metafórico, a modo de viaje introspectivo, se permite intercalar textos clásicos de la literatura, abrevando en la sensibilidad y la sabiduría de “El Mago de Oz” (L. Frank Baum), “La Familia Bipolar” (Ernesto Lammoglia), “Madres” (Jacqueline Rose) y “El Niño Estrella” (Claire Nivola). Los seres humanos somos un universo fragmentado e insondable y las heridas por curar nos recuerdan que toda cicatriz es también una elección para mañana y una huella del camino transitado.