Comedia liviana con ingredientes serios
Paradoja del conocimiento: quien nunca ha visto un film de Faith Akin ya «sabe» cómo termina éste. Pero quien vio «Contra la pared» o «Al otro lado», no se anima a esperar un final feliz. Se trata de una comedia liviana, es cierto, pero tiene componentes bastante serios, hay un trasfondo realista, el autor tiene mala fama de serio, y eso le pone suspenso a la resolución. ¿Las vicisitudes de nuestro protagonista y sus amigos llegarán a buen puerto?
A propósito, la acción transcurre en Hamburgo, pero lejos del puerto, en un barrio de depósitos venido a menos. Allí, un joven greco-alemán ha instalado un restaurante obrero de mala muerte. De cómo el mismo se convierte en lugar de moda para la muchachada bohemia, amante de las marchas y el machaqueo con afrodisíacos (hay una escena bastante risueña sobre esto, aunque los conocedores dicen que pudo ser todavía más loca), eso es apenas la parte del medio en esta historia. Porque el pequeño empresario tiene su pequeño éxito, pero sufre mal de amores, dolor de espalda, exceso de confianza, y sobre todo acoso de Rentas, Salud Pública y mafia inmobiliaria.
El confía en los músicos y el inquilino que se aprovechan de su bondad, en su hermano delincuente con permisos de salida, en su cocinero lanzador de cuchillos, y sobre todo en su novia rubiecita, adineradita, y como diez centímetros más alta que él. Y enfrenta, con eterna cara de perplejidad, a los inspectores municipales y al exitoso ex compañero de escuela que, con malas artes, quiere comprarle el local para demolerlo. No diremos cómo se resuelve el asunto, pero sí que se pasa un buen rato, hay música variada, y los personajes son casi todos simpáticos, incluso casi todos los malos, y, eso sí, todos los malos tienen inocultable pinta de alemanes. Para rúbrica, el actor que hace de mafioso inmobiliario se llama Wotan Wilke Mohring.
Símbolos de la nueva Europa, Akin es hamburgués de ascendencia turca y el protagonista y coguionista, Adam Bousdoukos, hamburgués de ascendencia griega. El resto se completa con gente variada, igual que la música, donde sobresalen temas del soul americano de los 70 y una canción que suena justo cuando parece que nuestro héroe ha tocado fondo, algo así como «la última camisa ni siquiera tiene bolsillo», en registro de archivo de Hans Albers, famoso y querido comediante que atravesó los peores tiempos siempre con buen ánimo. Hamburgués también él, dicho sea de paso.