Coco

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Coco: la colorida fantasía animada de Pixar

Más allá del respeto que Pixar exhibe en cada uno de sus proyectos, el acercamiento a la tradición mexicana y en particular a la celebración del Día de los Muertos podía generar cierta desconfianza. Y más allá de alguna simplificación o de cierto inevitable pintoresquismo, cabe indicar que Coco resulta una bella y querible mirada a ese pueblo, que contó con la participación de Adrian Molina, un estadounidense de padres mexicanos, como coguionista y codirector junto a Lee Unrich (responsable de Toy Story 3). No extraña entonces que el film haya sido muy bien recibido en ese país -donde se estrenó mucho antes que en el resto del mundo- hasta el punto de convertirse allí en el más taquillero de la historia. Pese a lidiar con el universo de los muertos y de apelar a ciertos elementos fantásticos que pueden resultar un poco aterradores para los más pequeños, Coco es siempre una película luminosa, lúdica y colorida, casi el reverso perfecto de los films animados de Tim Burton que también proponen viajes al más allá. El protagonista es un niño de 12 años que vive en la aldea de Santa Cecilia y con el que no es difícil identificarse. Criado sobre todo por mujeres (la presencia de la abuela es fundamental), Miguel Rivera es obligado desde pequeño a trabajar en el taller de calzados de la familia y su pasión por la guitarra es reprimida a cada instante (aunque la sigue cultivando de forma obsesiva a escondidas), ya que la música está prohibida en ese ámbito por un trauma que se remonta a varias generaciones anteriores. Hasta que, fruto de una combinación de casualidades, llegará la visita al universo paralelo de los muertos, donde no solo encontrará exóticos personajes, sino que además irá desentrañando cuestiones ocultas ligadas a sus ancestros. La factoría Pixar vuelve a hacer gala de toda su creatividad (ya no quedan adjetivos para elogiar la maestría de la animación) a la hora de reconstruir la iconografía pueblerina de México (y hasta homenajear la estética de Frida Kahlo) e imaginar cómo podría funcionar el tragicómico y fantasmal universo de los que ya no están (pero están). Para completar la más latina de sus producciones contrató para las voces de los personajes a reconocidas figuras con esas raíces como Gael García Bernal, Benjamin Bratt, Alfonso Arau y Edward James Olmos, entre otros. Cartón lleno.