De los creadores de Toy Story 3, finalmente llega la proyección del esperado largometraje de animación COCO. La historia refleja el espíritu de Pixar y Walt Disney Pictures: transmite la magia entre el híbrido del mundo terrenal y fantasía. El guión aborda la cultura mexicana, más precisamente la celebración del Día de Muertos. Así, el espectador se sumerge de lleno al colorido mundo de tradición y ofrendas en la piel de un niño mexicano apasionado por la música que desea seguir los pasos de su ídolo: Ernesto de la Cruz (Benjamin Bratt en la voz original en inglés).
Sin embargo, su familia se opone a que desarrolle su talento sin darle explicaciones. Miguel lucha por cumplir su sueño mientras le rinde homenaje en vida a este ícono musical, manteniendo viva su música tocando a escondidas de su familia las canciones con su guitarra… ¿Logrará hacer entrar en razón a su familia y cumplir su deseo?
Así el guión a cargo de Lee Unkrich y Adrián Molina centran la trama en tender un puente entre las dimensiones de la vida y la muerte a partir de los recuerdos fotográficos. Este recurso es el elemento simbólico que refleja momentos felices y es el puntapié de un encadenamiento de flashbacks que explican por qué la familia del pequeño se resiste a que conozca quién era Ernesto de la Cruz y le prohíben imitarlo.
En esta suerte de cruce de universos, Miguel conocerá en la Tierra de los Muertos al simpático músico frustrado Héctor (Gael García Bernal) que será el encargado de revelarle el lado B de su sueño. Entretanto, el arte del metraje da ritmo a la narración mediante una colorida paleta de colores y música al ritmo de los mariachis. Coco logra su objetivo: emociona y entretiene. Su mensaje lineal tiene por objetivo remarcar que el tiempo en la tierra es un tesoro. No se limita al público infantil y como contrapunto enfatiza que el amor y apoyo de la familia es la clave para cumplir metas sin descuidar en el camino los valores que definen la esencia del ser humano.