El nuevo film de Disney Pixar es una fantástica historia sobre el amor, los recuerdos y la importancia de la familia.
Como ya es costumbre, Pixar nos vuelve a sorprender con un relato que desborda originalidad. El contexto elegido para desarrollar esta fábula es en la tierra de México y más precisamente, durante la popular festividad de “el día de los muertos”. Allí conoceremos a Miguel (Anthony González), un joven con el sueño de convertirse en leyenda de la música, al igual que su referente musical Ernesto De La Cruz (Benjamin Bratt). A pesar de la peculiar prohibición de sus parientes, su pasión lo llevará a adentrarse en la extravagante y por demás colorida “Tierra de los Muertos” para conocer su verdadero legado familiar. Para ello contará con la ayuda de Dante, el perro callejero del pueblo, y Héctor (Gael García Bernal) un adorable timador que también lo acompañará en la epopeya por motivos poco altruistas.
Al igual que estos queribles personajes que vuelven del más allá, la historia presenta un alma enorme, garantizando la presencia en la memoria tanto en chicos como en adultos, siendo testigos de una narrativa interesante, entretenida, tierna y reflexiva (gran composición de Adrián Molina y Matthew Aldrich, guionistas de la película). Además, podrán disfrutar de un trabajo de animación impecable, plagado de colores vivos, un diseño de personajes atractivo y una detallada labor de texturas y fondos.
Por otro lado, Michael Giacchino (“Up”, “Inside Out”) nos otorga una excelente banda sonora que nos introduce en melodías de origen latino que acompañan muy bien al maravilloso aspecto visual de la historia.
El elenco que aporta sus voces a los personajes está muy bien seleccionado y fue verdaderamente un acierto buscar actores latinos o hispanohablantes, ya que le dan un toque personalizado y más fiel, que intérpretes norteamericanos no hubieran podido otorgarle (probablemente cayendo en estereotipos). Se destacan las labores de Anthony González y Gael García Bernal. Las canciones y los números musicales son verdaderamente atractivos y no llegan a causar agotamiento como solía pasar en las películas más clásicas de Disney.
Lo interesante y más destacable de la producción tiene que ver con algo que Pixar sabe hacer muy bien, y que muchos otros estudios no hacen. Y es la cuestión de no subestimar a los chicos. El relato que presenta “Coco” es realmente atractivo y complejo, debido a que intenta introducir a los niños a temáticas más adultas como por ejemplo: la muerte, la recordación de los seres queridos y la importancia de los vínculos familiares. Es muy difícil explicarles a los más pequeños qué es la muerte y qué pasa con las personas luego de fallecer. Es ahí cuando Pixar (muchas veces al borde de caer en lo macabro pero saliendo airoso) logra ofrecer una mirada respetuosa, conmovedora y entretenida sobre el final de la vida. La realidad alternativa que crea es divertida, tierna e inteligente, dejando también guiños para los adultos, recordemos que ese perro/guía espiritual lleva el nombre Dante haciendo alusión al poeta italiano Dante Alighieri, quien en “La Divina Comedia” narró una historia sobre la vida después de la muerte. Con este libro que se divide en tres partes: Infierno, Purgatorio y Paraíso, podríamos decir que esas separaciones se condicen con los tres actos del relato. En la primera parte Miguel tiene prohibido ser quien quiere ser, un músico y tocar para la gente. Es ahí cuando vive un verdadero infierno. Luego en el segundo acto se ve llevado involuntariamente a la tierra de los muertos donde debe conseguir la forma de volver a la vida (purgatorio) y en el desenlace comenzará el ascenso al paraíso donde intente alcanzar su objetivo.
“Coco” representa una travesía extraordinaria que gustará a todas las edades. Un trabajo sumamente cuidado tanto desde la narrativa como desde la animación, que si bien puede tener algunos conceptos que nos recuerden a la mitología Burtoniana (en especial a “El Cadáver de la Novia” y a “Beetlejuice”, ambos films también trataban sobre la vida después de la muerte), logra desarrollar una voz propia por medio de un cuidado estudio de la cultura mexicana. Es la película más importante de la era Trump, mostrando que el arte busca romper muros en vez de crearlos. Un film sincero, lleno de corazón y personajes dimensionales muy atractivos. Nuevamente Pixar vuelve a triunfar por medio de una historia original, franca y emocionante.