Este emotivo drama premiado en Sundance se centra en los conflictos de una adolescente que es la única persona que escucha en una familia en la que sus demás integrantes son sordos. No disponible aún en América Latina.
Uno puede ver CODA y reconocerle todos los trucos al instante a tal punto que casi podría adivinar gran parte de lo que pasará en toda la película. Se trata de una fórmula probada que, con alteraciones específicas, ha funcionado por décadas, sino más. Un «coming of age» que pone a un adolescente teniendo que enfrentar deseos personales y obligaciones familiares, ese momento en el que independizarse de padres y hermanos puede resultar más complicado de lo que debería. Uno puede ser consciente de buena parte de los movimientos de cada uno de los 111 minutos que dura la segunda película de la directora de TALLULAH, pero lo que no podrá evitar será emocionarse y dejar que la pequeña pero importante odisea personal de la protagonista lo conmueva hasta las lágrimas. Y, créanme, si no lloran viendo CODA deberían hacerse chequear con algún profesional.
Adaptada de la película francesa LA FAMILIA BELIER (2014), esta película celebrada en el Festival de Sundance (ganó el Premio del Público, el Gran Premio del Jurado y el de mejor directora, además de ser vendida a AppleTV+ por la suma récord de 25 millones de dólares) cuenta la historia de la familia Rossi, compuesta por una madre, un padre y dos hijos adolescentes (Leo, el mayor, y Ruby, de 17 años) que viven en un pequeño pueblo costero de Massachusetts y se dedican a la pesca, que luego venden en el mercado local. La particularidad de los Rossi es que, salvo Ruby, los otros tres son sordos. Y ella, de algún modo, es su conexión con buena parte del mundo exterior, especialmente en lo laboral.
Los Rossi son una familia bastante particular por otros motivos también. No solo se llevan muy bien entre ellos y se divierten, sino que Jackie (Marlee Matlin) y Frank (Troy Kotsur) no paran de tener sexo todo el tiempo incomodando a Ruby –que sí los escucha– y su casa es una caótica pero inspiradora cabaña donde, detrás del aparente silencio del lenguaje de señas (el 40 por ciento de la película está hablada así y subtitulada), hay un clima de amor y humor casi permanentes, aparte de una buena cantidad de chistes bien groseros.
Pero todo se complica, claro. Al principio no parece grave pero uno pronto se da cuenta lo que se avecina. Ruby es víctima de bullying en el colegio (la chica tardó bastante en aprender a hablar «correctamente» y la cargan por eso) y todo podría cambiar si se atreve a mostrar su voz, su talento como cantante. Si bien se trata de una de esas construcciones de guión que invitan a mirar con cierta suspicacia (hija de sordos tiene dones como cantante, que además es algo que los suyos no pueden apreciar), CODA se hace cargo del cliché y lo lleva hasta sus últimas consecuencias.
¿Cuáles son esas? El nuevo profesor de coro, «BeRRRnardo» Villalobos (encarnado por la estrella mexicana Eugenio Derbez) se asombra con el talento tapado de Ruby y le dice debería presentarse para una beca en la universidad de Berklee. El conflicto es obvio: a la chica la necesitan en casa –y en función de algunas complicaciones en el ambiente pesquero, más que nunca– y eso la pone en problemas a la hora de cumplir ese sueño. Y la pregunta que ella se hace, como dirían los Clash –cuya versión de «I Fought the Law» se escucha en la película–, es si «debo irme o quedarme».
Todo lo que leerán sobre la trama sonará casi trillado. Y los puntos de inflexión narrativos parecen sacados de manuales de guiones demasiado perfectos, demasiado armados para ser creíbles. Pero salvo por la un tanto utilitaria subtrama romántica entre Ruby y Miles, un chico de la escuela que le gusta y con el que la chica tiene que hacer un dúo de un tema popularizado por Marvin Gaye y Tammi Terrell (el excelente «You’re All I Need to Get By«), todo funciona como un aceitado reloj, especialmente en lo que a emociones se refiere.
Es que el hecho de que los familiares de Ruby sean sordos le da a CODA un punto de vista muy especial a lo que sucede. Por motivos que irán viendo –y que tienen que ver con la lógica interna de esta familia y su forma de relacionarse con el afuera–, las situaciones que tendrá que ir viviendo Ruby son especialmente emotivas, algo que Heder sabe apoyar desde el uso del sonido y el lenguaje de señas. No esperen acá la audacia ni la experimentación de SOUND OF METAL –película que tiene algunas similitudes temáticas con esta–, pero en los momentos en los que lo precisa, la realizadora logra generar fuertes sensaciones a partir de la ausencia de sonido.
La británica Emilia Jones (LOCKE & KEY) está excelente en el rol de la conflictuada Ruby, mientras que tanto la más famosa Matlin (ganadora de un Oscar allá por 1986 gracias a TE AMARE EN SILENCIO) como Kotsur y Daniel Durant (que salieron de un casting hecho entre actores sordos e hipoacúsicos) tienen cada uno una conmovedora escena con la protagonista. Pero será la conexión entre todos ellos la que llevará al inevitable mar de lágrimas. No se trata de una tragedia ni nada parecido, pero las situaciones con las que los Rossi deben lidiar son conmovedoras, tristes y bellas a la vez.
Lo que se dice un verdadero «crowdpleaser» de esos que a veces salen del Festival de Sundance, CODA (cuyo título es la sigla de Children of Deaf Adults) quizás no califique como una excelente película, pero cuando las fórmulas están tan bien ejecutadas, las relaciones entre los personajes tan bien delineadas y hay una verdad propia y muy creíble en lo que se cuenta y en lo que se muestra, es imposible no entregarse de lleno a la propuesta. Y también a las lágrimas… algo que pocos podrán evitar hacer.