Ni el más optimista de los productores de CODA podía pensar que a días de la entrega de los Oscar, su película figurase como una de las candidatas a ganar la estatuilla. Y es que aún habiendo arrasado en Sundance, el film adquirido por @appletv parecía conformarse con la mera nominación al mayor galardón. Pero llegó la sorpresa en la votación del Sindicato de Productores y todo cambió. La remake de "La familia Belier", a la que muchos críticos le bajaron el precio, parece que competirá hasta el final. En una época signada por el pesimismo, donde abundan las malas noticias, la obra de Sian Heder parece un oasis en el desierto. Una de esas historias que nos renuevan el ánimo aún en los peores momentos. La insignia, quizás, de un mundo posible. De una mirada mucho más optimista, que nos permita pensar la realidad de forma más alegre y esperanzadora.
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Child of deaf adults (Hijo oyente de padres sordos). Así se explica el acrónimo que titula el film y que caracteriza la identidad de Ruby, protagonista esencial y motor de la historia. Motor en varios sentidos, ya que resulta imprescindible para su familia en el rol de intérprete, pero al mismo tiempo descubre su dotes como cantante en la escuela. En esta especie de aporia, donde se debate la independencia de la joven y el valor del núcleo familiar es donde el film jugará todas cartas.
Hay varios aspectos a señalar en CODA, pero probablemente lo más destacable sea su capacidad de generar total sinergia entre sus elementos. Tanto el elenco como su guión se vuelven parte de una dinámica casi perfecta. Ni la comedia ni el drama se sienten forzados. Hay fluidez narrativa, hay ritmo. Hay un relato que ante cada obstáculo tiene la capacidad de plasmar las motivaciones de sus personajes sin escapar a temáticas espinosas.
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Que es cursi, que es ñoña, que es una remake. A CODA la pueden atacar como gusten. Pero a diferencia de muchas otras películas del año, tiene algo que pocas tienen. La capacidad de traspasar la pantalla y conectar con las emociones del espectador.