Azor, de Andreas Fontana (Fuera de Competencia) Con la colaboración en el guión de Mariano Llinás, y contando con una valorable nominación a los Premios Gotham, "Azor" se trata de uno de los títulos más relevantes de todo el Festival. Para centrarnos en la historia debemos ir hacia la Argentina de 1980, tiempos oscuros donde la Dictadura Militar gobernaba aplicando uno de los genocidios más brutales que hayan ocurrido en la región. En este caso, el punto de vista elegido será el de un banquero suizo, que llega al pais para reemplazar a un misterioso hombre, llamado Keys, que parece haberse esfumado de la faz de la tierra. Con una atmósfera de intriga permanente que recorre cada una de las escenas, Fontana introduce la mirada de un extranjero dentro de un contexto terrible, donde tras cada silencio, resuena la tragedia. Un entramado de personajes de la elite tan magnéticos como siniestros refuerzan un film que en cada uno de sus capítulos va volviéndose más y más interesante. Valiosa y original visión de un proceso nefasto de la historia nacional.
Apelar a vivencias personales para construir relatos cinematográficos suele ser moneda corriente para los directores y siempre una fuente de inspiración más que válida. En los últimos años emergió sin lugar a dudas la "Roma" de Alfonso Cuarón, relato a partir del cual el director mexicano recorría su infancia a través del rol de las mujeres que lo marcaron en su vida. El éxito de "Roma" fue rotundo, y tan solo le faltó el Oscar a mejor película para coronar una brillante temporada de premios. En este contexto, puede que Kenneth Branagh haya querido replicar algo parecido en "Belfast", apelando a su niñez en un contexto convulsionado de proto guerra civil en Irlanda del Norte. El problema aquí es que mientras Cuarón logró expandir la intimidad desde lo simbólico, a Branagh justamente le ocurre lo contrario. "Belfast" parece un relato construido para minimizar su universo, no para incluirlo como energía potenciadora de vivencias. • Viajamos hacia Irlanda del Norte en 1969 para ponernos en la piel del joven protagonista llamado Buddy, un niño 9 años que verá ante sus ojos como se desata un importante conflicto en el país donde nació. Ya en la primera escena de la película vemos como la violencia se apodera de las calles de Belfast y un grupo sectario de índole protestante ataca a los ciudadanos de religión católica. Lamentablemente se tratará de la primera y única escena con representación real del conflicto, derivando de allí en más en alguna que otra referencia excesivamente simplificadora. La mirada de Branagh se centrará en el desarrollo de la niñez de Buddy, utilizando los elementos clásicos de una típica coming-of-age para narrar el desarrollo del personaje. • El extremo ascetismo que envuelve al film es quizás su mayor demérito. Las diversas situaciones que atraviesa el niño no dejan de ser bonitas y pintorescas, pero al mismo tiempo se vuelven previsibles hasta el hartazgo. No hay dudas del extremo cariño con el que Branagh recuerda su infancia. Tampoco lo hay de la exagerada corrección con la que decide plasmarla en la pantalla.
El día domingo finalizó una nueva edición del @mdqfilmfest tras 10 días donde se proyectaron más de 180 títulos. En esta modalidad híbrida, el retorno a la presencialidad se sintió como una gran conquista, aún a cuestas de una planificación acelerada y bastante desprolija. El modo online profundizó errores de la edición anterior y la limitación en la oferta se sintió como una decepción. Para destacar queda el buen catálogo de películas extranjeras que presentó el Festival, proyectando obras galardonadas en el exterior o dirigidas por íconos de la industria. • En la "Competencia Internacional" la ganadora fue "Hit the Road" (🇮🇷) una road movie de índole familiar, dirigida por Panah Panahi. Tras una huída tan obligada como misteriosa, el director aprovecha el transporte como síntesis donde se reconstruyen las relaciones familiares y donde cada uno de sus integrantes da a conocer su verdadera esencia. La revalorización de la risa como válvula de escape ante la adversidad y la gran puesta visual durante todo el trayecto destacan entre todos los aspectos del film. Correcta ópera prima, aunque no demasiado original. • En la "Competencia Latinoamericana" el triunfo fue para "Jesús López" (🇦🇷🇫🇷), cuya dirección estuvo a cargo de Maximiliano Schonfeld. Esta valiosa obra nos hace viajar hacia un pequeño pueblo que acaba de sufrir la muerte de uno de los jóvenes del lugar. Con todo el dolor que puede sentir una ciudad donde todos se conocen, la historia hará foco en su primo Abel, quien de a poco empieza a ocupar los espacios dejados por su pariente. Un más que interesante acercamiento a realidades y vínculos complejos, que buscan prevalecer entre la ausencia y la pérdida. Una radiografía de pueblo, dirigida de forma magnífica, donde cada uno de los sucesos que ocurren demuestran un alto nivel de sensibilidad.
Tras haber filmado Boogie Nights y Magnolia, Paul Thomas Anderson pudo haberse retirado de la dirección cinematográfica. Ya había logrado lo que muchos no consiguen jamás. Dos obras maestras, que a día de hoy, ni siquiera él mismo ha sido capaz de igualar. No significa esto que el resto de su filmografía sea mala, para nada, pero hablamos de palabras mayores. Lo que es cierto es que cuando proyecta PTA, aparece el cine en toda su dimensión. Su cuidado, su meticulosidad y la forma en que logra desentrañar lo más profundo de sus personajes, marcan un estilo indeleble en sus obras. "Licorice Pizza" es quizás su película más liviana, pero no por ello menos compleja. Las apariencias engañan. En este acercamiento al romance juvenil, hay mucho más que aquello que se ve a simple vista. • Inician los 70 y en el valle de San Fernando, California, todo es efervescencia en exceso. Nuestros protagonistas, Gary y Alana comenzarán a tener una relación amistosa/amorosa que los llevará de un lado a otro durante todo el metraje. Si está PTA en el medio, nada es sencillo. Y es que Gary, actor juvenil y emprendedor nato, tiene 15 años y Alana, una joven que no encuentra su lugar en el mundo, tiene 25. Rehuyendo a los clichés de una película romántica clásica, "Licorice Pizza" construye una relación repleta de vicisitudes entre los personajes. En sus idas y vueltas, pasan de vender camas de agua a coquetear con el mundo de Hollywood. Engaños, celos y peleas caracterizan un vínculo que de tan complejo por momentos se vuelve imposible. • La intensidad impuesta por PTA siempre le hace ir a lo más profundo de sus personajes, operando en la pantalla a cielo abierto. Esta no se trata de una obra oscura, ni mucho menos sórdida. "Licorice Pizza" es una historia tan cálida como repleta de vitalidad. Pero allí, en esa conexión, en ese encuentro es donde emerge el sentimiento mutuo. En ese choque de impotencias trasciende algo más poderoso que un vínculo ocasional. Un instante de amor, mientras un futuro incierto acecha. "Licorice Pizza" es eso y mucho más también.
El mundo del espionaje y Jessica Chastain cada vez parecen más interconectados. Luego de producir y protagonizar 'Ava' en el 2020, la actriz nacida en California vuelve a reincidir en el género ocupando los mismos roles, aunque tras una propuesta más ambiciosa. Con un enfoque de género muy presente, "Agentes 355" intenta ser una reversión de las películas de espías pero su falta de personalidad y de identidad la termina condenando al más profundo desinterés. Lo cual es una lástima, porque desaprovechar semejante reparto para algo tan chiquito resulta, cómo mínimo, frustrante. • En sus inicios la historia nos presenta algo así como una especie de Mcguffin que irá guiando la trama. Se trata de un artefacto tecnológico capaz de hackear cualquier conexión posible y provocar desastres mundiales. Es tan infantil el aparato como el rol de las agencias de inteligencia que deberán resguardarlo. CIA, MI6, BND y más serán representadas por las actrices protagonistas (Chastain, Cruz, Nyong'o, Kruger), que tras ciertos giros de guión aceptarán aunar esfuerzos. Es cierto que "Agentes 355" tiene muchos problemas. Que las actrices fallan en las escenas de acción, que el guión es limitadísimo, que los personajes son vacíos, etc.. Pero hay algo que no es tolerable y es su falta de definición. Una película de acción que no sabe si quiere ser Misión Imposible o Los Indestructibles, solo puede traducirse en una experiencia poco satisfactoria. Esa especie de 'no lugar', donde no existe la inteligencia de una película de espías clásica, ni tampoco la autocelebración paródica del género, es el peor de los mundos. • Seguramente en la cabeza del director Simon Kinberg esta película le haya parecido una idea magnífica, superadora o incluso disruptiva. Sin embargo, a la hora de llevarla a la gran pantalla los resultados son exactamente opuestos. Teniendo en cuenta que la idea nació mientras filmaba la lamentable "Dark Phoenix", tampoco habría que sorprenderse de mucho.
Sexo desafortunado o porno loco, de Radu Jude (Competencia Estados Alterados) Habiendo logrado nada más y nada menos que el Oso de Oro en la Berlinale, la película de Radu Jude realza su valor como un gran testimonio de su país de origen en la pandemia del Covid 19. Si bien el film comienza mostrando la historia de una profesora a la que se le ha viralizado un video pornográfico, luego amplía sus horizontes para ofrecer una pátina caricaturesca de la sociedad rumana en su conjunto. Con un humor tan provocador como por momentos redundante, el director pone en la mesa las contradicciones propias de un sistema que a pesar de las libertades esgrimidas, aún muestra valores tan conservadores como los de épocas dictatoriales. "Sexo desafortunado o porno loco" refuerza su potencial por la imagen de la pandemia, aunque de tan incisiva a veces muerde el anzuelo y cae en aquello que busca criticar.
Petite Maman, de Celine Sciamma (Competencia Internacional) Luego de la impresionante "Retrato de una mujer en llamas", Celine Sciamma vuelve a los primeros planos para demostrar que aquella película no sería una excepción en su carrera cinematográfica. Si bien "Petite Maman", en comparación, presenta una trama algo más sencilla desde su potencia y construcción, la capacidad de retratar emociones y de acercarse a la construcción de vínculos emocionales, permanece intacta en esta nueva obra. Sciamma ha ido logrando rasgos identitarios en su cine, que lo hacen tan personal como identificable. • En "Petite Maman" viajaremos al universo de Nelly, una niña de 8 años que acaba de perder a su abuela y debe viajar a su casa para ordenarla y vaciarla. Esta aventura, junto a su madre y padre, aparece cargada de todos esos aspectos tan dolorosos como el de tener que afrontar una pérdida repentina. Pero en esa escena solitaria y boscosa, irrumpirá una misteriosa niña con la que irá construyendo de a poco una amistad muy particular. Un poco del cine de Miyazaki aparece en esta historia de Sciamma, sin lugar a dudas. Otro poco también nos agita en la memoria esa gigantezca película de Carla Simón titulada "Estiu (Verano) 1993)". Distintas miradas respecto al duelo infantil y a la construcción del vínculo materno-filial que se vuelven tan sensibles como imprescindibles. Si bien los flashes siempre irán apuntando a la directora, es importante reconocer el trabajo de las dos niñas (las gemelas Josephine y Gabrielle Sanz) que sobrellevan el peso de la película sobre sus hombros y lo realizan de manera fenomenal. • A punto de dormirse y tras varios cuestionamientos, su madre le pregunta a Nelly, "Por qué me haces ahora todas estas preguntas?". "Porque es el único momento en el que estas" le responde la niña. Un intercambio que va directo al pecho, pero que sintetiza una obra que no escatima a la hora de tener que retratar realidades, tan complejas como difíciles de asumir.
Una constelación de estrellas vuelve a acompañar a Adam McKay, consierado por gran parte de la crítica como la insignia actual de la comedia negra norteamericana. Con "The Big Short" y "Vice" entre sus últimos títulos (ambos reconocidos por la Academia), el director nacido en Denver, había elegido trabajar con sucesos históricos, abordados desde una mirada particularmente ácida. Con "No miren arriba" el desafío es mayor, ya que al suponer un escenario ficticio, no alcanza únicamente con la configuración del tono. Hay que saber construir realidades de modo que resulten tan coherentes como cohesivas. Sí, incluso una sátira debe respetar estos cánones para lograr efectividad. A McKay esta empresa parece quedarle grande e inundado en un mar de prejuicios, no alcanza a filmar más que una película de risas a cuentagotas. • Yendo a la historia en sí, nos trasladamos a Michigan, momento en el que una estudiante de astronomía (Lawrence) descubre una aterradora verdad. En 6 meses un cometa estallará en la Tierra y la destruirá por completo. Pero si hay un inconveniente mayor es que ni el Gobierno ni los medios le creen demasiado, minimizando completamente la cuestión. Esta sátira, donde no se salva nadie, no es precisamente un canto a la sutileza, sino que su nivel de obscenidad la vuelve por momentos hastiante. Pareciera asomorar una especie de tufillo de superioridad desde cierta plana hollywoodense que se rie de algunos eventos desde una torre de cristal. Un lugar peligroso, que decanta en una suerte de "miren estos simios, la forma en que reaccionan, lo banales e irracionales que son". • ¿No será momento en que cierto sector, extremedamente idealizado, realmente se identifique dentro del problema y no por fuera?. "No mires arriba" es una de las películas más cómodas que alguna vez ha filmado Hollywood. Exagerada a más no poder, lo evidente de su planteo da cuenta de una ausencia total de audacia en su razonamiento. Ininterminables 138 minutos que hablan más de sus carencias, que de sus virtudes.
No deben existir muchas biopic centradas en personajes aledaños a grandes figuras de la historia. O al menos no con el reconocimiento que ha logrado King Richard desde que se estrenó hacia fines del 2021. Con su originalidad fuera de discusión, el debate apunta hacia otro lado. ¿Qué perdemos y qué ganamos a la hora de ver el punto de vista de Richard Williams y no de sus hijas, las extraordinarias Venus y Serena?. ¿Cuáles elementos son los que transforman a esta película en necesaria y distintiva? Reinaldo Marcus Green es quien se hará cargo de responder estas preguntas y de justificar la verdadera valía de la cinta. Veamos si sale airoso o no de este atolladero. • Los 80's llegan a las calles de Compton, California donde habita la numerosa familia Williams. A los padres Richard (correcto Will Smith) y Oracene, se suman 6 hijas mujeres (3 de un matrimonio anterior de Oracene), donde sobresaldrán las menores Venus y Serena. "Venus y Serena revolucionarán el mundo" dice Richard, y con un plan de 78 páginas demostrará que sus hijas tienen lo necesario para convertirse en estrellas del tenis profesional. En este camino repleto de obsesiones, tenacidad e insistencia, no faltarán obstáculos, aunque probablemente la mayoría se presenten con cierto aire de ligereza. King Richard es inteligente a la hora de introducir problemáticas, pero por momentos se siente demasiado atada o incluso límitada en términos dramáticos. Todo parece estar tan calculado que nada termina de conmover del todo. Como si el propio método Williams hubiese sido aplicado por el director, filmando algo preciso, que no moleste demasiado a nadie. • ¿Un film de laboratorio para brillar en la temporada de premios, quizás? Will Smith sonrie. Nosotros no tanto. La maduración no explorada de Venus y Serena, su crecimiento y su forma de ver el mundo aparecen tan de a poco, que nos dejan con ganas de mas. La coming-of-age que no fue y que hubiesemos deseado. Un método tan esquemático como la propia película que se encarga de relatarlo.
Isabella, de Matias Piñeiro (Competencia Internacional). Nunca es tarde para llegar al fantástico mundo Piñeiro de las reversiones shakesperianas. Probablemente esta no sea la más indicada para la iniciación, puesto que se trata de una de las mas ambiciosas narrativamente. "Isabella" se inspira en el clásico "Medida por medida" al contarnos la historia de Mariel y Luciana en su aspiración por el papel protagonista de la obra de referencia. Película llena de sutilezas y detalles increíbles, de decisiones e indecisiones, de seguridades e inseguridades. Como una especie de rompecabezas, Piñeiro juega con las temporalidades construyendo de a poco una película circular. Indefiniciones que bailan al son ese color púrpura que no alcanza a ser ni rojo ni azul y de personajes que rivalizan y se amigan a la vez. Muy disfrutable.