Con el estreno de “Código sombra: Jack Ryan” se dan algunas coincidencias a medias, más allá de los varios intentos de Hollywood por crear su propio James Bond. “XXX” (2002), las franquicias de “Misión imposible” (1996 y secuelas), “Bourne” 2002 y secuelas), etc. En los aspectos técnicos, escenas vertiginosas, coreografías armónicas y secuencias de acción bien filmadas han logrado empatarle al agente 007, pero siempre faltó glamour, clase, estilo, sofisticación y otras cuestiones que, culturalmente, Estados Unidos no tiene ni tendrá.
Sin embargo, el personaje creado por Tom Clancy durante el auge mediático de la guerra fría en los ochenta (incluida la venta del buzón: “Rusos-malos-Yanquis-buenos”), siempre tuvo algunas características propias: Intuición, pensar fuera de la caja, aplomo para enfrentar a sus superiores con convicción. Jack Ryan es de los que defiende su análisis sociológico del villano de turno porque tiene una lectura certera de los hombres que habitan en su microcosmos y lo rodean.
También como ocurrió con el personaje de Ian Fleming, hubo varios intérpretes a lo largo de dos décadas. Un gran Alec Baldwin en “La caza al Octubre Rojo” (1990), muy bien Harrison Ford en “Juego de patriotas” (1992) y “Peligro inminente” (1994), mientras Ben Affleck fue discretísimo en “La suma de todos los miedos” (2002). Está década tiene, en principio (hay que ver cuanto recauda), a Chris Pine en la piel del agente que esta vez no está desarrollado por Tom Clancy, sino que fueron Adam Cozad y David Corp quienes redactaron el guión a partir del personaje, e inauguran la franquicia dándole un nuevo origen histórico. Dicho de otra manera, un relanzamiento.
El espectador deberá olvidar por completo la guerra fría, los ‘80, los ‘90… todo menos a los rusos. Siempre hay algún ruso amenazando a la democracia desde algún lugar. ¿Se acuerda? Antes, porque eran comunistas y malos. Ahora, sólo son malos nostálgicos del viejo régimen, o cosas por el estilo. Por ejemplo Cherevin (Kenneth Brannagh) que anda con ganas de colapsar el sistema financiero. Ryan por su parte, patriota como él sólo, se enlista en forma voluntaria en el ejército, luego del ataque a las Torre Gemelas, para luchar por la paz y la democracia. No le sale bien la cosa pues, a la luz de las circunstancias, parece que a casi ningún norteamericano le fue bien con esa guerra, pero es reclutado por Harper (sólido Kevin Costner) para infiltrarlo en la bolsa de valores e intentar desenmascarar al villano de turno.
Si “Casino Royale” (2006) sirvió para relanzar a un Bond más duro, despiadado, pero sobre todo un hombre de acción, “Código sombra: Lack Rayn” representa algo parecido para el personaje principal. Las dosis de acciones, muy bien filmadas y compaginadas, son tanto o más importantes que la construcción de su siquis, algo que va en desmedro de las novelas a pesar de no perder la sensación de crisis internacional. Así habrá mucho para los fanáticos de la aventura y algo menos para los fans literarios, quienes deberán esperar a lo mejor un par de entregas para reconocer las características fundamentales de lo escrito por Clancy.
Como director, Kenneth Brannagh supo dirigir con firmeza a todo el elenco, sumando a su currículum buena mano para adecuarse al género. Dependerá de la historia que “Código sombra: Jack Ryan” sea el inicio de una franquicia interesante, pero más que nada de los que escriban los futuros guiones. Por ahora, tenemos un comienzo entretenido y prometedor.