Somnífero de patriotas.
Tom Clancy, fallecido hace unos meses, supo convertir en best-sellers de aventuras las andanzas de un tal Jack Ryan, personaje con perfil psicológico ejemplar para los ojos de los Estados Unidos: universitario, militar y patriota. La particularidad de Clancy, dentro de la literatura de espionaje, fue la de poner en primer plano -ya desde La Caza al Octubre Rojo- los mecanismos de la CIA y el revoloteo de la corrupción de un solo hombre, cuanto mucho un puñado pero nunca del organismo de seguridad, algo que también había que proteger porque como sucede con las instituciones, especialmente las construidas para salvaguardar los intereses propios “en el mundo fuera de los Estados Unidos”, éstas funcionan perfectamente hasta que germina la semilla podrida. No es casual que tanto en Peligro Inminente como en Juego de Patriotas, el que enciende la mecha del desmadre sea siempre un “in-house man”, la idea del enemigo interno que tanto apasiona y desvela a la arista más conspiranoide en Estados Unidos. Después de dos sobrias transposiciones, ambas protagonizadas por Harrison Ford (indiscutiblemente el mejor Ryan), es llamativo que La Suma de Todos los Miedos (ya con Ben Affleck reemplazando a Ford) no haya funcionado del todo, tratándose de un film sobre un mega atentado posible en Estados Unidos, estrenada a menos de un año del ataque al Word Trade Center. Precisamente, sobre esos eventos se posa Código Sombra: Jack Ryan.