Un héroe puramente americano
El personaje de Jack Ryan, creado por el escritor Tom Clancy (1947-2013) fue protagonista de cuatro grandes films industriales antes de esta nueva versión. Alec Baldwin lo interpretó en La caza al Octubre Rojo (1990) de John McTiernan, donde el show se lo robaba Sean Connery, comandante de un submarino soviético; luego por nada menos que Harrison Ford en dos ocasiones, en Juego de patriotas (1992) y Peligro inminente (1994) y finalmente por Ben Affleck en La suma de todos los miedos (2002). Esta nueva entrega es el comienzo de la historia, de ahí que podamos hablar de precuela, aunque realmente importa poco la conexión con los anteriores films, si es que la hay. Aquí, Ryan (Chris Pine) es un estudiante que antes de terminar de manera brillante sus estudios se enlista en el ejército norteamericano luego del atentado terrorista contra Las torres gemelas en el 2001. A pesar de ser un intelectual, participa de la batalla y se gravemente herido al caer su helicóptero. Intelectual, noble, heroíco y patriota, Ryan es un héroe americano ideal. En plena recuperación –y mientras se enamora de su enfermera (Keira Knightley)- recibe la visita de Thomas Harper (Kevin Costner), un agente de la CIA que desea reclutarlo. La película cuenta el trabajo de Ryan como investigador y su primera misión como agente. Con un ritmo acertado y con un interés que se renueve escena tras escena, el director –y villano del film- Kenneth Branagh consigue que la historia sea un entretenimiento más que eficaz. La película, llena de buena acción, es también un lujo de actuaciones –lo de Costner merecería un Oscar- y consigue emocionar con unos personajes sólidos e interesantes. Branagh, famoso por ser adaptador de Shakespeare consigue aquí un estilo actual, un ritmo de montaje rápido pero no caótico, y narra con estilo una película que se disfruta completamente. Es un disfrute extra pensar que el personaje de Viktor Cherevin, un terrible villano, sea el personaje elegido por el director para darle rostro. A pesar del uso de las tecnologías y de la locura inverosímil que el genial guión propone, este Jack Ryan conserva su condición de héroe clásico, a la antigua, y su jefe Harper logra profundizar esa identificación. Ese mérito está en el director, pero también en el guionista David Koepp. Koepp ha escrito grandes guiones como La muerte le sienta bien, Jurassic Park, Misión: Imposible y Ojos de serpiente. Se nota la combinación de ambos, director y guionista, y el elenco responde, hasta la escena final, a estos preceptos clásicos. La película, muy entretenida, sostiene valores nobles, defiende la lealtad, el coraje, la honestidad. Valores con los que se ha construido el buen cine norteamericano y que siguen siendo valiosos para muchos a la hora de elegir una película de Estados Unidos. La tecnología no cambia eso y aunque lo disimule en algunos aspectos Código sombra Jack Ryan es una película de otra época. Esto, claro está, deberá ser considerado aquí como un elogio.