Pawel Pawlikowski es un artesano cinematográfico. En su afán de narrar posiciona al cine en una escala diferente en la que cada detalle que compone la propuesta es cuidado al máximo para potenciar sus ideas. La simetría con la que nuevamente decide construir los fotogramas y escenas del relato, potencian un cuento que vuelve a conciliar aspectos asociados a la historia de su país con elementos de género que refuerzan y subrayan sus pensamientos.
Si en “Ida”, película que le arrebató el Oscar a la mejor película extranjera a “Relatos Salvajes”, se proponían los laberintos de una joven que se debatía entre la fe y la pasión en medio de un contexto desfavorable, aquí se vuelve a trabajar con el amor como épica chance para salir adelante en tiempos difíciles. Polonia, circa 1950, devastada por la guerra la ciudad expulsa a sus habitantes, y mientras la reconstrucción física y emocional se plantea como el objetivo a corto plazo, otros encuentran en el arte la posibilidad de reinventarse.
Así el director de una orquesta que recluta cantantes para sus espectáculos conoce a una joven que lo deslumbra en dos aspectos, por su canto, con una voz única y diferente, y por el otro lado por su belleza, rasgos clásicos, mirada cristalina.
Lo que comienza como un simple trabajo, se sabe, el espectador maneja el dato desde el primer encuentro, seguirá como una apasionante historia de amor que por el fulgor de la pasión y de los egos, comenzará a transitar lugares insospechados para la clásica chico conoce chica en tiempos complicados. Juntos, separados, ambos protagonistas destacan sus labores a partir de interpretaciones soberbias y sólidas, necesarias para avanzar en sus historias y en el inevitable encuentro que hacia el final se promete.
Pawlikowski supera la simpleza de las premisas narrativas con una puesta soberbia, que se escuda en el imprescindible trabajo de fotografía de Lukasz Zal, potente, hipnótico, sumado al bello blanco y negro con el que la historia entre los dos amantes se cuenta.
Lo interesante de “Cold War” es el saber que la pareja protagónica escapa a los cánones del drama romántico, posicionando a cada uno en un lugar de poder que generará los conflictos necesarios para avanzar en el relato con la tensión necesaria para mantener las expectativas altas sobre su resolución. “Cold War” demuestra que independientemente de la vuelta a clásicos y simples tópicos que se trabajaron con anterioridad, se pueden reinventar apasionantes relatos en los que su vector disparará ejes secundarios, necesarios, para complementar la propuesta.