El director Wash Westmoreland ( “Siempre Alice”) se mueve seguro y encantador, mostrando la historia de una escritora que se adelantó a su tiempo, que tuvo un éxito arrasador con la serie de novelas con su personaje Claudine, pero debió soportar ser la “escritora fantasma” de su ambicioso e inmoral marido que figuraba como autor y la explotaba. Pero además se marca especialmente todo el proceso de “empoderamiento” que le permitió liberarse de ese yugo machista e hipócrita. Según el guión de Richard Glazer y Rebeca Lenkiewicz, más el aporte del director, esa Colette puede lograr su independencia cuando es conciente de su talento y de su deseo, se atreve a enamorarse de una mujer, transformarse en actriz y sacudir con una fuerza poderosa la doble moral de la “Belle Epoque” donde reinó con su y audacia. Es sin duda una visión muy de esta época aplicada a una personalidad atrayente y única. Un papel que a Keira Knightley le cae perfecto para toda su gama de matices y espesores de una mujer trasgresora y provocativa. Ella despliega toda su encantadora capacidad para los personajes de época. Parece haber nacido para ellos. Dominic West encarna con seguridad a su esposo, escritor también, pero más un empresario editorial que nunca escribe y usa a otros. como lo hizo luego exclusivamente con su mujer. La ambientación fastuosa y decadente de ese tiempo es perfecta y todo el film resuma ironías y verdades muy a tono con nuestra época donde el mundo femenino hace notar sus derechos y reclamos con tanta contundencia. El resultado es un entretenimiento que tiene mucho de refinado, de buena factura técnica, esas grandes actuaciones y una historia siempre atractiva.