La revolucionaria
No existe en la cartelera mundial actual una película con más tino y timming que Colette: Liberación y deseo (Colette, 2018): Feminismo, literatura transgresora, provocación, reivindicación de derechos de igualdad entre el hombre y la mujer, entre otros, hacen de la propuesta una potente carta de bienvenida a la temporada de premios y una oportunidad para seguir pensando en algunos temas asociados a la producción y consumos culturales y cómo desde la propia industria se los representa.
En Colette: Liberación y deseo, de Wash Westmoreland (Siempre Alice), la protagonista (Keira Knightley) se casa con Willy (Dominic West) un hombre catorce años más grande que ella, y que ha sabido hacerse un nombre en la literatura popular del momento. Cuando a Colette se le despierta el interés por la literatura (lectura y escritura), nada haría suponer que su esposo la convencería para que sea ella quien escriba algunas obras a su nombre y así beneficiarse ambos.
Con las de perder la película logra superar aquellos primeros escollos iniciales para comenzar a constituir una semblanza emotiva y estereotipada sobre la célebre escritora y poeta francesa, una mujer que tuvo que romper esquemas, sacar a la sociedad francesa de su zona de confort e imponer, hasta donde pudo, un estilo que fue muchas veces emulado pero nunca igualado.
Esta biopic, o película biográfica de época, con una cuidada producción, vestuario, reconstrucción y más, es tan aséptica que aburre, porque aun cuando supuestamente quiere innovar desde lineamientos asociados a la sexualidad de Colette no trasciende ese punto.
Hay también una exageración en cuestiones de representación asociadas al feminismo, que lamentablemente se pierde en los propios mecanismos de anulación de recuerdos sobre el personaje disparador narrativo, una obra que necesita, inevitablemente, dialogar con la época actual, perdiendo una vez más, su sentido al volverse tan políticamente correcta que irrita.
Keira Knightley hace lo que puede con los lineamientos torpes y básicos del personaje, una semblanza de bronce que además, por la falta de honestidad, termina por naufragar a pesar de todos los esfuerzos que el elenco hace. Los dos temas vectores, la pasión por la escritura y la pasión por los cuerpos, se disuelven en una serie de escenas tediosas.
Colette: Liberación y deseo habla del momento más importante de una escritora transgresora, y también de la persecución por su condición sexual en tiempos revueltos, de los deseos y de cómo es inevitable entregarse a ellos.