Hagamos de cuenta que Colossal es una película de Marvel dirigida por David Lynch; es el único modo de explicarse este film del español Nacho Vigalondo, director de la también original Los cronocrímenes (2007). Gloria (AnneHathaway) tiene una adicción al alcohol que le impide llevar una vida normal; por tal razón, su novio la echa del departamento que comparten en Nueva York y ella busca refugio en la casa familiar abandonada de un pueblito en Nueva Inglaterra.
Allí Gloria descubre a la casa pelada, pero el reencuentro con un amigo de la infancia, Oscar (Jason Sudeikis), cambiará su suerte. Oscar regentea el bar del pueblo y no sólo la contrata para que obtenga ingresos, sino que le regala un televisor gigante y algunos muebles. Evidentemente, a Oscar le quedó algo más que el recuerdo de su amiga.
Por su parte, Gloria consigue dominar al alcohol, tiene casanueva, empleo, su vida se está encaminando, hasta que la llamada de una amiga la mueve a encender la computadora. Y lo que allí ve desafía toda lógica: un monstruo se pasea por el centro de Seúl, destruyendo edificios a lo Godzilla. No sólo ella queda sorprendida, por supuesto. La estupefacción golpea al pueblito de Nueva Inglaterra, que sigue por televisión la aparición noche a noche del monstruo de Seúl como si fueran partidos de un mundial de fútbol.
Nada de esto afectaría particularmente a Gloria (más allá de la inverosimilitud de la propuesta) de no ser porque una tarde, tras recorrer un viejo camino que hacía en su infancia, enciende el gran televisor para ver al monstruo en pantalla gigante y descubre que tiene una extraña conexión con la criatura. Gloria, si bien sobria, cree que de sus actos depende el accionar del monstruo de Seúl. Se hace responsable de sus hechos. En fin, cualquier cosa que se quiera agregar es un spoiler para las maravillas que Vigalondo puso en el celuloide; basta decir que Colossal es un mix entre PacificRim, de Guillermo del Toro, y una comedia romántica, y que lo inverosímil crece de principio a fin. Sólo el talento del director y las convincentes actuaciones (Hathaway es también coproductora del film) nos mueven a creer lo imposible; y en consecuencia, a disfrutarlo.