Colossal

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Monstruos del pasado

A través de grandes producciones el cine de monstruos ha desatado la furia sobre ciudades, llevando la calamidad consigo a todos los rincones del universo para que la civilización tenga un enemigo común. Ya sean robots, monstruos de otra dimensión o antiguos mitos populares, estos engendros han cautivado el imaginario con su afán por la destrucción. El nuevo film del realizador español Nacho Vigalondo (Extraterrestre, 2011) es una obra que juega con la grandilocuencia de las películas catástrofe pero la combina con un tono de comedia dramática no exenta de un discurso psicoanalítico sobre la neurosis, la psicopatía y la dificultad de los seres humanos para construir relaciones.

Gloria (Anne Hathaway) es una escritora desempleada que vive en un estado de fiesta permanente. Cuando su novio Tim (Dan Stevens) decide poner en suspenso la relación debido a su problema con el alcohol para que ella deje sus malos hábitos, la mujer debe abandonar Nueva York para regresar a su casa paterna en un pequeño y anodino pueblo del centro de Estados Unidos. Allí se reencuentra con su mejor amigo de la escuela, Oscar (Jason Sudeikis), que la contrata como ayudante en su bar para revivir los viejos tiempos. Mientras Gloria se emborracha lamentándose de su crisis existencial y se divierte en el bar con Oscar y sus amigos Joel y Garth, un evento trágico brota de la nada y acapara todas las conversaciones. Un monstruo se ha materializado en Seúl destruyendo varios edificios y causando el pánico en la capital de Corea del Sur para desmaterializarse horas después.

En medio de esta historia Gloria comienza una relación con Joel a espaldas de Oscar, que parece bastante enamorado de ella desde hace años. Cuando Gloria descubre que las apariciones del monstruo están relacionadas con sus lagunas temporales producto de las borracheras nocturnas, la vida de la mujer parece perder absolutamente el equilibrio, pero pronto descubrirá que su caída es el camino de la sanación.

Colossal (2016) narra de esta manera el resurgimiento de un trauma infantil a partir de la fantasía creando una situación de realismo mágico que combina elementos de la indistinguible inocencia y crueldad de la niñez con el odio encarnecido que solo los adultos pueden desatar como producto de las heridas mal cicatrizadas del pasado.

La historia del monstruo irrumpe en el relato como una intrusión en la civilización y la física para convertirse en parte de la vida de Gloria y Oscar y de esos temas pendientes no resueltos de su amistad que los acosan. Vigalondo crea un drama en el que las situaciones cómicas, las tragedias, los rechazos y las relaciones de amistad y pareja se entrecruzan para formar un equilibrio de tonos en los que cada elemento aparece en su medida justa sin menoscabar a los otros.

El realizador español demuestra aquí que es posible crear personajes que combinan la trivial realidad con la fantasía más disparatada y divertida e insertarlos en una historia en la que el realismo y lo fantástico conviven de forma maravillosa a través de un inconsciente que se hace carne, generando un lugar para que las ilusiones de los niños y el mundo adulto convivan y encuentren sus puntos en común con el objetivo de crecer y dejar atrás al hombre- niño.