Deconstruyendo secuelas
¿Qué pasa cuando una película se vuelve un éxito inesperado, cuando resulta extremadamente redituable para un estudio que no esperaba mucho? Sucede lo más lógico dentro de la industria: se produce una secuela, inmediatamente. Este es el caso de Comando Especial 2 (22 Jump Street, 2014), que viene a continuar aquella apuesta que tan bien le salió a Sony Pictures hace dos años cuando lanzó Comando especial (21 Jump Street, 2012).
Si de secuelas se trata, Comando Especial 2 es la secuela más autoconsciente que podamos imaginar: la primer entrega fue una grata sorpresa y logró muy buena recaudación en taquilla, lo que permitió dar luz verde a una continuación con mayor presupuesto y mayor despliegue, más persecuciones y más destrozos, mejores escenografías y más colorido, etc… pero asegurándose de seguir por el mismo exitoso carril que la anterior, no sea cuestión de intentar arreglar aquello que no estaba roto.
Dicho esto, se vuelve redundante aclarar que la trama de Comando Especial 2 es prácticamente un calco a la planteada por su antecesora, pero con un cambio de escenario: ahora los oficiales Schmidt (Jonah Hill –El lobo de Wall Street (2013), El juego de la fortuna (2011)-) y Jenko (Channing Tatum –El ataque (2013), G.I. Joe: El contraataque (2011)-) se harán pasar por estudiantes universitarios para seguir la pista de una nueva droga que causa furor entre los académicos fiesteros.
Gran parte del encanto de esta continuación radica precisamente en el hecho de saberse inmersos en una trama demasiado familiar, pero en el mejor de los sentidos. La similitud es tal y se expresa de forma tan cómicamente honesta que incluso dentro de la misma ficción todos los personajes son conscientes que la “misión” del primer film fue un éxito, por ende tanto los diálogos como las diferentes situaciones que atraviesan los protagonistas y demás guiños se vuelven una suerte de meta-película constantemente autorreferencial. Tratamos con una comedia distinta, que muestra inteligencia ahí donde otras secuelas “comerciales” fallan estrepitosamente por intentar apegarse de forma acartonada a la fórmula que otrora probó ser exitosa, tomándose a sí mismas demasiado en serio. Esta es una secuela que no tiene miedo de decirnos que van a hacer lo mismo que antes pero de forma más grande, más abultada, más explosiva y desvergonzadamente ante nuestras narices. La autoconsciencia es la base sobre la cual se construye esta comedia.
La película está co-dirigida por Phil Lord y Chris Miller, las mentes detrás de las exitosas Lluvia de hamburguesas (Cloudy With a Chance of Meatballs, 2009) y La Gran Aventura Lego (The Lego Movie, 2014), dos tipos cuya clave humorística les permite encontrar el costado gracioso –y también lúdico- a historias que inicialmente despertarían el interés de muy pocos. La calidad de dichos realizadores se potencia por el tándem ultra aceitado Hill-Tatum. Ambos actores desbordan buena química en cada escena que comparten y poseen un timing del cual no muchas parejas cómicas pueden hacerse eco en la actualidad.
Poco importa si la cuestión transcurre en el colegio secundario en la universidad, si es contra narcotraficantes o pequeños dealers del campus, o si la persecución es sobre el acoplado de un camión o arriba de un carrito de golf, sabemos de antemano lo que vamos a ver y la película en sí es la primera en aclararlo. Y es aquí donde Comando Especial 2 se destaca de otras comedias… aquí y en la secuencia final de títulos llena de cameos, así que nada de irse antes de la sala.