Comando Especial 2: el poder desenfrenado de las secuelas
Después de su segundo paso por la secundaria, los oficiales Schmidt (Jonah Hill) y Jenko (Channing Tatum) deberán volver a trabajar de encubierto, pero esta vez, en la universidad. Con el fin de sacar de circulación una nueva droga utilizada por los estudiantes para concentrarse en el estudio, los dos policías tendrán la misión de atrapar a los distribuidores de un cartel de narcotraficantes, y a la vez tratar de salvar su amistad en el intento.
Al leer sinopsis de Comando Especial 2 (22 Jump Street), hasta el menos cínico de los espectadores se imagina una secuela como todas las otras: una reinterpretación de la misma fórmula que probó ser lo suficientemente lucrativa como para que los ejecutivos de Hollywood accedan a resucitarla, y quizás –por qué no- desarrollar una saga.
Pero Comando Especial 2 es mucho más que eso: sí, es una película de dos amigos policías, pero es una sátira del género –como ya hizo la inalcanzable Hot Fuzz de Edgar Wright. No, no sólo es una sátira, sino que es el rey de las sátiras. Su constante tono autorreferencial y burla máxima al simple concepto de la secuela es enormemente cómico e innovador. Es una sátira del género llevada al extremo.
La hilarante relación entre los protagonistas, con un tono homoerótico tratado desde el lado de la comedia, entre Jenko y Schmidt prueba el talento humorístico del dúo Tatum-Hill, y sirve como una estrategia narrativa desopilante que se burla de todas las películas con dos hombres a la cabeza, y, claro, de ellos mismos también.
Con diálogos como "siempre es peor la segunda vez" y "nos dieron carte blanche con el presupuesto" el filme, dirigido por Phil Lord y Christopher Miller (Comando Especial, La Gran Aventura Lego) es un viaje en el que el pasajero se resigna a meterse cualquier comentario de nuevo en el bolsillo: cualquier crítica que se te ocurra ya la dijeron ellos, y la utilizaron para su beneficio.
Con viejas fórmulas, nuevas aventuras y muchas risas, Comando Especial 2 invita a que el espectador se rinda ante "la secuela de todas las secuelas" y deje de lado cualquier expectativa de lo que supuestamente tiene que ser una comedia. Ésta es una película para disfrutar, con culpa quizás, pero disfrutar al fin.