Tontos, graciosos y puro corazón
Desde la primera escena hasta la última, Comando especial 2 es una comedia llena de energía, absurdo, pequeños momentos desopilantes y grandes despliegues de acción que no da respiro. Pero esta secuela de la exitosa Comando especial, que al mismo tiempo era una versión de la serie televisiva 21 Jump Street -más famosa por haber sido la plataforma a la fama de Johnny Depp que por su calidad-, es bastante más que una película divertida. O tal vez no se trate de ser más que divertida si no de la manera de serlo. En este caso, el modo es inteligente, autorreferencial y desprejuiciado. La consigna parece haber sido probar los límites del juego de la comedia física y verbal y ver cuán elásticas y flexibles eran las capacidades de Jonah Hill y Channing Tatum, los protagonistas de todo el asunto, para ponerse al hombro una película que contiene una pelea contra un pulpo bastante agresivo, reflexiones sobre la homofobia y, entre muchas otros cosas, referencias más o menos veladas al funcionamiento de la industria del cine.
Ante el desafío de los directores Phil Lord y Christopher Miller, responsables de las notables Lluvia de hamburguesas y La gran aventura Lego, Hill y Tatum respondieron con un par de actuaciones brillantes. Gracias a ellos, lo que podría ser una comedia más, otra zarpada -aunque siempre necesaria- excursión de Hollywood por un género que parece casi haber abandonado, resulta un film que además del humor juvenil cuenta con un corazón enorme. Porque gracias a la química que generan los actores en pantalla cada escena tiene una emoción inesperada.
Con un cruce de miradas de los policías Jenko (Tatum) y Schmidt (Hill), el relato pasa de la situación más ridícula y divertida -para muestra alcanza la escena del procedimiento en el que se cruzan con el villano de turno, el siempre efectivo Peter Stormare- a transitar los sensibles caminos de la amistad puesta a prueba.
Esta vez, el vínculo entre los despistados Jenko y Schmidt se tensará cuando una nueva misión los lleve a infiltrarse como estudiantes de primer año en una universidad donde se vende una nueva droga de diseño. Casi un calco de su aventura de la película anterior, aunque aquélla transcurría en una escuela secundaria. Antes y ahora, el hecho de que su aspecto juvenil ya no lo es tanto forma parte de toda la gracia.
"Hagan lo mismo que antes y todos seremos felices", les dice uno de sus jefes, interpretado por Nick Offerman (que, como en la serie Parks & Recreation, hace muchísimo con pocos minutos en pantalla), y el comentario funciona como un guiño a la lógica de las secuelas. Una estructura que Comando especial 2 hace volar por el aire burlándose de ella en un juego metadiscursivo que incluye la carrera de los protagonistas, el personaje que interpreta el actor y rapero Ice Cube y unos créditos finales que se ríen de esa afición de Hollywood por repetir fórmulas exitosas ad infinitum y hasta exprimirles la última gota. Un chiste efectivo que es también advertencia para lo que viene: un tercer capítulo de las aventuras de Jenko y Schmidt.