Escuela anormal
Las películas basadas en series suelen, en su gran mayoría, salir bastante mal. Las buddy movies (esas comedias policiales con dos protagonistas opuestos entre sí que pendulan entre el amor y el odio, el resentimiento y la amistad) tienden a repetir fórmulas y a cansar al poco tiempo.
Sin ser una genialidad, esta versión de la serie coprotagonizada por un entonces jovencísimo Johnny Depp (estamos hablamos de 1987) sortea ambos riesgos: no sólo es buena sino que tiene vuelo propio.
El gran Jonah Hill (que ratifica una vez más su enorme timing para todos los matices de la comedia) y Channing Tatum (carilindo y convincente) son dos ex compañeros de la secundaria devenidos policías. Tras egresar de la academia (el primero con sus dificultades físicas y el segundo con sus limitaciones intelectuales), son enviados a un patético escuadrón para infiltrarse como agentes encubiertos en... un colegio, donde una nueva droga sintética está haciendo estragos.
La película se ríe del subgénero de high school comedies (contrapone las costumbres adolescentes de hoy con las que los protagonistas consideran cool según sus experiencias del pasado) y, así, la narración -especialmente durante la primera mitad- fluye con gracias, ingenio y convicción.
En la segunda parte, si bien el relato se resiente un poco y tiene algunas resoluciones algo obvias, sigue siendo un producto más que disfrutable, sobre todo por su incorrección política que se ríe con inteligencia de los estereotipos. Bien por los notables intérpretes (hasta aparece sobre el final un simpático cameo de Depp, Peter DeLuise y Richard Grieco, todos miembros del cast original en TV) y por los directores Phil Lord y Chris Miller, quienes luego de la muy simpática película de animación Lluvia de hamburguesas demuestran que tienen también mucha pasta para la ficción con personajes de carne y hueso.