Los jóvenes de hoy en día
Sinceramente nunca vi la serie original en la que se basa este film, pero viendo algunas escenas en nuestro Dios Youtube, intuyo que no era la gran cosa más allá de ser un reservorio estético de una época: la ropa, los peinados, su estilo visual anclan la memoria en un tiempo y lugar. Ante la posibilidad de readaptar un programa televisivo viejo y llevarlo al cine, existen varias posibilidades: por ejemplo Michael Mann con División Miami prefirió actualizar sus temas al momento histórico del presente, a sabiendas que su historia tenía un trasfondo político que sonaría avejentado de mantenerlo tal cual. En otros casos hay mínimos cambios (El fugitivo) o una renovación tecnológica (Brigada A). Sin embargo, esta Comando especial dirigida por Phil Lord y Chris Miller, y protagonizada por Jonah Hill y Channing Tatum, sigue un concepto similar al que perseguía aquella Starsky y Hutch de Todd Phillips: tomar el argumento principal, darlo vuelta, satirizarlo, parodiarlo, por la vía del humor desenfrenado. Es que invariablemente aquella serie con un grupo de jóvenes policías metidos de incógnito en un colegio secundario, con su subtexto bastante fachistoide, sólo puede ser vista hoy como un artefacto ridículo: entonces Hill (genial protagonista, pero también productor y guionista) apunta perfectamente su mirada y además de aportar momentos de gran intensidad cómica, tiene la inteligencia suficiente para encontrar la tesis de la película. Que es: la corrección política del presente modificó la experiencia de la adolescencia, y por este motivo también deben cambiar los códigos de la comedia adolescente.
Pero esta Comando especial le da antes una vuelta de tuerca al asunto de la remake o la reversión, y lleva el tema más al extremo que aquella Starsky y Hutch. En primera instancia, lo verbaliza: “los encargados de esto carecen de creatividad y están sin ideas, así que todo lo que hacen ahora es reciclar mierda del pasado y esperar que nosotros no lo notemos”, les dice el jefe a los dos policías que interpretan Hill y Tatum cuando les asigna la misión, haciéndose cargo del asunto. Y luego el encargado de la división 21 Jump Street (un enorme Ice Cube) explicita su sentido de estereotipo: “¿un jefe negro que grita? Sí, soy negro, y grito…”, dice. Y si bien esto sólo serviría para poner cancheramente dentro de un marco adecuado a la película, progresivamente va desapareciendo la denotación/verbalización y apareciendo la connotación/fisicidad de ese revival y ese imposible que es actualizar cinematográficamente hoy un concepto televisivo del pasado: evidentemente nadie se cree que Tatum tenga edad para estar en el colegio secundario, aquellas cosas que en medio de una persecución deberían explotar, no lo hacen. Comando especial es un ida y vuelta constante, apelando a la memoria del espectador y a los códigos que se imponen entre él y los artefactos audiovisuales. Y lo mejor es que lo hace bien al estilo Hill: tras un manto de groserías y ordinarieces varias que, obvio, expulsarán a quien busca “humor inteligente”. Señores: Comando especial es una interesante y compleja película.
Pero el tema aquí es la adolescencia y los vínculos en esa etapa crítica de la vida. El conflicto original de los protagonistas tiene que ver, precisamente, con su vida en el secundario: Hill era el nerd al que todos bardeaban, Tatum el deportista algo idiota. Y el hecho de reinsertarlos en el high school, por más que ahora son policías y mejores amigos, reavivará aquellos dilemas: el deportista matón y popular, y el nerd estrambótico y outsider verán que en estos años las cosas han cambiado y cierta sensibilidad modificó el escenario. Y que todo esto pueda ser ejemplificado con la forma en que los estudiantes cargan sus mochilas, habla de un gran poder de observación. Lo que hace esta Comando especial es tomar lo policial como excusa y apalear el concepto de comedia adolescente como se conoce hasta hoy, y de paso también encontrarle algún sentido a aquella serie ochentosa. El film retoma algunas ideas ya esbozadas en Supercool, sobre el homoerotismo y lo masculino y lo femenino en germen, y hace un festín hormonal que encuentra su costado más divertido en aquellas instancias de exceso, tanto de los personajes como de la narración.
¿Y dónde ingresan Lord y Miller, los creadores de la maravillosa Lluvia de hamburguesas, en todo esto? Si bien se notan algo contenidos, el film les permite lucirse en aquellos momentos disparatados por lo hiperbólicos: especialmente una sobredosis de los protagonistas con cierta droga lisérgica, donde incluso surge lo animado y donde lo visual adopta texturas insospechadas en el marco de una secuencia larguísima que resulta hilarante. Es verdad que esa necesidad de la buddy movie de explotar en acción en algún momento, minimiza un poco los resultados. Ya lo dijimos por estas páginas: el problema de las comedias de acción es que la acción debe ser, obligatoriamente, ridícula y graciosa. Y esto no siempre ocurre. Igualmente Comando especial retrasa bastante la aparición de los tiros y las explosiones, por lo que se toma bastante tiempo para construir su universo de comedia disparatada y allí es donde obtiene sus mayores dividendos. Al igual que pasaba en Lluvia de hamburguesas -y allí aparece la marca de los realizadores-, en Comando especial lo que uno espera no está y lo que surge es la más bella de las posibilidades de la risa: la de ver el mundo y ponerlo patas para arriba, hasta hacer evidente lo que antes no lo era. Los jóvenes de hoy en día ya no son lo que eran, por lo que la comedia adolescente debe barajar y dar de nuevo. Comando especial lo hace con inteligencia. En este marco es donde un tipo como Jonah Hill -por trayectoria, y porque sabe leer como nadie a estos pibes de hoy- se convierte en el Rey de la Comedia.