"Verán, los tipos encargados de esto carecen de creatividad y están completamente sin ideas, así que todo lo que hacen ahora es reciclar mierda del pasado y esperar que todos nosotros no lo notemos".
(Comisario Hardy, 21 Jump Street, 2012)
El llevar a la gran pantalla una serie de televisión siempre supone un riesgo. El equilibrio que implica el realizar un producto nuevo, en este caso adaptado a otros tiempos, pero sin perder de vista el original, conduce a adaptaciones serviles que no llegan a los talones de aquellos que le dieron vida. 21 Jump Street funciona muy bien por conocer perfectamente esa situación y burlarse de ella. ¿Cómo criticar lo poco creíble que es un tipo como Channing Tatum pasando como adolescente, si todos los personajes de la película hacen ese planteo? ¿Cómo hablar de Hollywood y su apetito de remakes cuando un jefe de policía hace un reclamo similar y le guiña el ojo al espectador?. Tanto este aspecto como un conjunto de diferentes aciertos hacen de esta una muy buena comedia, que encuentra sus risas en lugares políticamente incorrectos, como las drogas, la delincuencia y el ridiculizado trabajo policial.
Sorprende la química y el buen timing que comparte la dupla de Jonah Hill, quien ha perdido kilos pero ni un ápice de gracia, con Tatum, que aquí demuestra una capacidad para el humor que hasta el momento estaba oculta entre numerosas actuaciones de piedra. Al igual que con sus identidades cambiadas, 21 Jump Street tiene el buen tino de no mantenerlos en su zona de comodidad, con un Hill que más de una vez deberá recurrir a lo físico y un Tatum capaz de seguir el ritmo a los latigazos verbales del otro. Aquí será necesario destacar el guión explosivo y cargado de frases para el recuerdo de Michael Bacall, quien ha tenido un año exitoso con esta entrega y la de Proyect X, y se confirma como un portaestandarte de la agonizante comedia adolescente.
Con tantos elementos a favor, los directores Phil Lord y Chris Miller, ambos detrás de Cloudy with a chance of Meatballs, terminan de redondear una muy buena propuesta dentro del género, capaz de manejar la amistad como tema central, en la tradición moderna de la Nueva Comedia Americana, junto al descontrol propio del cine de Todd Phillips. Si bien su primera mitad es mucho más inspirada que la segunda, en la que en más de una oportunidad se cae en resoluciones obvias, se trata de una muy buena película que, en el marco de las adaptaciones televisivas, es todo un logro.