Un periplo espiritual
Frecuentemente, el cine aborda personajes con vidas rutinarias que desean dar un vuelco en sus vidas. Comer, rezar, amar no es la excepción y muestra el periplo espiritual que inicia Liz Gilbert (Julia Roberts) para lograr la felicidad.
Con cierta similitud a Yo amo a Shirley Valentine en su planteo, el film cuenta con un elenco de lujo y una historia que apuesta todas sus fichas a la emoción. Y lo consigue más por la fuerza interpretativa de su elenco que por la historia en sí, una mezcla de manual de autoayuda con bellos paisajes, pensado para un público femenino que lo aceptará sin demasiadas vueltas.
Este drama romántico de construcción casi episódica está basado en el libro de memorias de Elizabeth Gilbert y muestra la travesía que la protagonista emprende durante un año. En Italia conocerá el placer de la comida; en la India descubrirá la oración y, finalmente, conocerá la paz interior y a su verdadero amor en Bali.
Julia Roberts es la actriz ideal para este tipo de papeles y aparece bien secundada por actores de peso como Bardem o Richard Jenkins. La excusa ideal para sacar el pañuelo, el tarro de miel y pasar la lengua por sus situaciones empalagosas. No mucho más que eso.