Hace algunos años, Héctor, un gran psicólogo, me habló mucho sobre los mandatos familiares, sobre cómo el pasado nos condiciona el presente y nuestras elecciones. Él decía que todos acarreamos mandatos, mensajes que recibimos a lo largo de nuestra vida, la mayoría de las veces relacionados con las expectativas de nuestros padres respecto de lo que se supone que seamos, de lo que se supone que hagamos, en quién se supone que debamos convertirnos. También sostenía que, en cierto punto de nuestra vida, empezamos a poner en tela de juicio, a cuestionar esos mandatos. Vamos eligiendo qué camino tomar, cargando con esos mensajes y, una vez que logramos liberarnos de ellos, podemos elegir con libertad. Pero esta elección libre no implica necesariamente actuar en contra del precepto, sino revisarlo y elegir si seguirlo o no. Cuando somos capaces de revisar la historia propia, ver de dónde venimos, quiénes son nuestros padres, cuál es su historia, cuestionarnos ciertas cosas, construir la propia identidad, a partir de ese momento empieza a existir la verdadera libertad de elección. Desafortunadamente, Héctor ya no está más conmigo pero no hay día que pase que no recuerde sus palabras y coteje con la realidad lo sabias que eran.
Y no solo con la realidad, sino con el cine (que él tanto amaba), para encontrar, de tanto en tanto, grandes películas con ese mismo lenguaje, con esa misma sabiduría.
Porque Cómo Entrenar a tu Dragón 2 nos habla acerca de construir la propia identidad a partir de la revisión y la reconciliación con el pasado, el quiebre con los mandatos y la libre elección.
Hipo es ahora un adolescente, y su padre le reclama un rol que él aún no está preparado para o dispuesto a aceptar: ser el líder de la isla. Estoico quiere un sucesor y presiona a Hipo para que se haga cargo de su cuasi predestinado rol. Pero Hipo, como le expresa a Astrid en una conversación que enternece por la sinceridad, no sabe quién es ni qué quiere hacer de su vida. Sabe que hay un rol para él pero todavía no lo encontró, como tampoco pudo terminar de reconciliarse con su historia, con su pasado. No conoció a su madre y su padre lo hostiga con reclamos y demandas.
A partir de ese momento, la película nos muestra el camino que Hipo recorre hasta encontrarse a sí mismo (por más trillada que suene la frase), identificar su verdadera vocación o pasión en la vida y encontrar a una persona que no esperaba encontrar, una persona que lo modifica, que le tuerce el rumbo: su madre.
Un año y medio antes de morir, en una gran crisis vocacional mía, Héctor me dijo que hiciera una lista de las cosas que me apasionaban y, entre algunas otras, mencioné el cine. Gracias a él, hoy escribo y gracias a él me metí en este mundo que tanto amo. A veces, hay personas que, como la madre de Hipo y como Héctor, pueden hacerte volantear y replantearte el rumbo de tu vida.
En Cómo Entrenar a tu Dragón 2, ese encuentro fortuito va a ser clave para la transformación de Hipo. Comprendiendo su pasado, viendo de dónde viene, terminando de armar el rompecabezas familiar, Hipo es capaz de reafirmar su carácter (pacifista y encantador de dragones), de revisar su historia y de elegir libremente. Y hacerse cargo del liderazgo de la comunidad tiene menos que ver con el mandato familiar impuesto que con un proceso de autodescubrimiento. Hipo se da cuenta de que la clave para guiar a un pueblo es la honestidad y la paz y, al saberse capaz de llevar a cabo semejante tarea (luego de probarse a sí mismo que puede enfrentar cualquier desafío), acepta el rol pero desde la libertad de haberlo elegido él mismo, sin mandatos, sin presiones.
Cómo Entrenar a tu Dragón 2 es simplemente maravillosa. Una fábula sobre la amistad, el crecimiento, la familia y los vínculos.
Y ese proceso es el gran acierto de la película, que nos presenta a este adolescente, lleno de miedos e inseguridades (como todos los adolescentes, como todos, en definitiva), que se reencuentra con alguien clave de su pasado, revisita el tiempo pretérito y encuentra finalmente su rol en la vida. Y lo hace con una humanidad y una humildad increíbles, de la mano de su novia y de su dragón mascota Chimuelo, que le demuestra una vez más (en una hermosa lección de amor incondicional) que él está ahí para protegerlo siempre, como un perro fiel, como un amigo con el que siempre se puede contar, como un padre (biológico o no) que nos acompaña y nos cuida.
Cómo Entrenar a tu Dragón 2 es simplemente maravillosa. Una fábula sobre la amistad, el crecimiento, la familia y los vínculos, con uno de los personajes más lindos que dio la animación en los últimos años, con un subtexto pacifista, pero con humor, amor y pasión.
De esas películas que te hacen llorar cuando menos lo esperas, de las que salís del cine pensando que todo es maravilloso, que ese mundo es perfecto. De esas películas que amas porque te modifican y porque evocan a personas que también te modificaron, personas que te cambiaron la vida y que desearías que hoy estuvieran acá para decirles, una vez más, que tenían razón en todo y para agradecerles por haber sido parte de tu vida.