Cuatro años después de la muy atractiva y exitosa historia de vikingos y dragones llega una segunda entrega también inspirada en los personajes creados por la escritora británica Cressida Cowell que resulta incluso superior a la original.
Que el trabajo de animación y el despliegue visual de esta producción de DreamWorks sean prodigiosos puede no sorprender demasiado, porque esos logros ya estaban presentes en la primera película (aunque cuatro años en la industria de Hollywood es mucho tiempo como para seguir mejorando las condiciones técnicas e incrementando las posibilidades artísticas), pero lo que sí llama la atención de esta secuela es que ha podido profundizar los conflictos de los personajes (hasta llevarlos a extremos bastante oscuros) sin por eso descuidar la veta humorística ni mucho menos el sentido de la aventura épica que sobrevuela todo el relato.
Han transcurrido cinco años desde la historia anterior y la isla donde se asienta el pueblo vikingo se ha convertido en un paraíso para los dragones, que han encontrado allí refugio y cuidados múltiples. Entre carreras que apasionan a los habitantes y las actividades cotidianas, el veterano rey Estoico tiene decidido traspasar el trono a su hijo Hiccup, un joven con algunos problemas de autoestima que no tiene demasiadas ganas de asumir responsabilidades y prefiere vagar por el mundo. En uno de sus tantos viajes -siempre acompañado por la bella Astrid- descubrirá que hay otras sociedades y no pocas amenazas, sobre todo en el caso de Drago, un despiadado pirata que domina a todos los dragones a partir del control que sobre ellos ejerce un ejemplar gigantesco que parece salido de las películas del magistral animador japonés Hayao Miyazaki.
El guionista y director Dean DeBlois (que ya había tenido una participación decisiva en el primer largometraje) sabe cómo dosificar las espectaculares secuencias de batallas y las vertiginosas escenas de vuelos (aprovechando en este caso todas las posibilidades de las imágenes en 3D) con la constante tensión padre-hijo, las subtramas románticas, las situaciones humorísticas y los elementos más fantásticos, espirituales y líricos de la propuesta que están ligados con las tradiciones y leyendas del lugar.
Una de esas películas que logran la proeza de sostener con inteligencia y convicción muy diversos niveles de lectura y elementos que resultan atractivos para niños, adolescentes y adultos.