Una maravilla. Dean DeBlois y Chris Sanders son dos geniales autores de animación, quizás los mejores a la hora de mostrar emociones complejas y tocantes. Lo hicieron juntos en Lilo & Stitch y lo volvieron a hacer en la primera película de esta serie. Ahora trabajaron por separado: Sanders en Los Croods y DeBlois en este film. Pero el toque está ahí. La película es hermosa y emocionan sus colores y el registro perfecto de movimientos. Y trabaja sobre la idea del cambio y el paso del tiempo: el protagonista ahora tiene cinco años más, es un adolescente que vuelve a encontrarse con su madre, descubre otros matices del amor y su relación con su dragón es más compleja. Pero el film no cae ni en el golpe bajo, ni en el “complejo de Lassie” a la hora de hablar de jóvenes y mascotas, y además del humor animado hace honor a una bella componente épica. El desarrollo de la narración, manejado con mano de acero, logra la magia de que no estemos seguros de cómo terminará todo, de que temamos realmente por la vida y la suerte de los protagonistas, algo inusual en el cine animado. La aventura no es un agregado sino la manera como los personajes se relacionan entre sí, y es esa integración la que hace que este film no sea una “secuela” hecha para ganar dinero, sino una gran película a secas. Otra más para desmentir el viejo prejuicio “es solo para chicos” que sigue castigando a la animación, ese campo de libertad creativa absoluta.