Ya es norma que cuando una franquicia animada funciona bien en la taquilla se sigan produciendo nuevas entregas. Lo que no es tan habitual es que la calidad artística se mantenga. Hay excepciones (la saga de Toy Story, por ejemplo) y casos extraordinarios en los que el nivel parece mejorar con cada secuela: Cómo entrenar a tu dragón es una de ellos.
En esta bella y sensible tercera parte se mantienen el encanto, la simpatía y la gracia de las películas de 2010 y 2014, pero en esta oportunidad hay una venta romántica (tanto en el caso del protagonista Hipo como del dragón Chimuelo) que completa el panorama y la hace disfrutable para todo tipo de público (adulto e infantil, niños y niñas). La trama es sencilla, pero muy bien construida: el joven Hipo es el heredero que ha quedado a cargo de Berk, pintoresca isla en la que conviven vikingos y dragones.
Más allá del hacinamiento, la comunidad parece desarrollarse con bastante armonía hasta que entra en escena un malvado e implacable cazador llamado Grimmel. Ante la amenaza, deciden ir en busca de un lugar más seguro: un paraíso que -según la leyenda- está ubicado en los confines del planeta. La película combina en dosis justas peripecias, enredos, batallas y los apuntados momentos más íntimos. El resultado es deslumbrante desde lo visual y llevadero en lo narrativo.
Además, para el público más adulto cabe la habitual recomendación: buscar alguna función nocturna que exhiba la versión original subtitulada. Los aportes en las voces de Jay Baruchel, America Ferrera, Cate Blanchett, Gerard Butler, Jonah Hill, Kristen Wiig, Christopher Mintz-Plasse, Craig Ferguson, Kit Harington y F. Murray Abraham son notables.