Está claro que no hacía ninguna falta una nueva entrega de “Cómo entrenar a tu dragón”. Ya de hecho estaba todo contado en la primera de 2010 con papel de regalo y moño, pero como suele suceder en Hollywood, la guita no es lo de menos, es lo de más. La segunda parte contó el crecimiento de aquél niño que veía en los dragones a verdaderos aliados, contrario al resto de la tribu vikinga que los veía como enemigos.
“Como entrenar a tu dragón 3: el mundo perdido” arranca a pura acción con la banda de siempre tratando de salvar a los tira-fuegos de su cautiverio arriba de una flota de barcos. Si bien hay una autoconciencia humorística respecto de la forma de “entrar a escena”, el diseño artístico de los personajes tiene demasiada impronta a Los power rangers y una espada de fuego que se enciende igual que los sables laser de Star Wars. Hipo (voz de Jay Baruchel doblada por Eleazar Gómez), Astrid (voz de America Ferrera doblada por Leyla Rangel), Patán Mocoso (voz de Jonah Hill doblado por Héctor Emmanuel Gómez), Patapez (voz de Christopher Mintz-Plasse doblado por Ricardo Bautista), Brutacio (voz de Justin Rupple doblado por Carlo Vázquez) y su hermana Brutilda (voz de Kristen Wiig doblada por Karla Falcón) irrumpen torpemente en la escena con chistes y autoproclamas de todo tipo. Una forma rápida de reconectarse con los fanáticos si se quiere, pero hay que ver si los chicos que hace casi diez años tenían 7, 8 ó 9 años irían al cine hoy.
Es que todo el producto final escrito y dirigido por Dean DeBlois es una suerte de híbrido entre las dos anteriores, o sea cuando las largas escenas de acción le roban tiempo a la trama, se pierde el alma emotiva de la saga, cuando esta intenta contar algo en los momentos de transición no parece poder decidirse entre profundizar el desarrollo de los personajes o proseguir con la anécdota de tratar de llevarse a los dragones a un lejano lar paradisíaco para evitar el contacto con los humanos hasta que estos aprendan a convivir en paz.
¿Cómo se sostiene la historia entonces? Con Chimuelo. El famoso “furia nocturna” y fiel mascota de Hipo. En realidad es al villano Grimmel (gran trabajo de voz del veterano F. Murray Abraham doblado por Ricardo Tejedo) a quien se le ocurre la idea de soltar a una versión femenina de los “Furia Nocturna” a fin de que la naturaleza haga su trabajo de distraer la atención de Chimuelo para lograr juntar a todos los animales y exterminarlos. Sobre esta amenaza, que aparece en el guión recién a los 25 minutos sin crecer con la suficiente fuerza, se sustenta el eje dramático de la aventura per sé y por otro lado, Hipo se ve forzado a erigirse como líder de su pueblo y conducirlo hacia una de sus ideas locas. Ambos argumentos lucen débiles.
Lo que sí funciona bien es la potencia visual de éste estreno. Tanto en la aldea, como en la lúgubre niebla de los villanos, como en el propio mundo perdido, multicolor y luminoso, son prodigios de diseño reforzados por la poderosa banda sonora de John Powell. Más allá de esto, y de un buen trabajo de doblaje, hay una sensación de extensión innecesaria. Los que lleven a los chicos y anden cansados por el trajín semanal seguramente no se reprocharán esos quince minutos de sueño mientras los chicos se entretienen.