El vuelo de Dreamworks
Este film animado puede ser una película trascendente para el estudio Dreamworks. No sólo por los méritos, que los tiene y sobre los que voy a volver, sino porque se adivina la intención de profundizar sobre la matriz de films como Kung Fu Panda antes que otros títulos donde es más común quitar peso narrativo en función de mantenerse en la línea de una parodia o una suma de gags sin desarrollo alguno. Por tratarse de un estudio heterogéneo hay que decir que no siempre han sido malos los resultados, que están las divertidas Shrek y Madagascar, pero también están las espantosas Shrek 3 o El Espantatiburones, además del film diferente, Kung Fu Panda. Sobre este film diferente es que Dreamworks toma la posta y crea un relato de autodescubrimiento, construyendo la identidad de un (anti) héroe cuyo aprendizaje se enfrenta a una compleja relación padre-hijo, a una sociedad donde está completamente alienado y, para colmo, a su deseo de ser un cazador de dragones. De cómo logra sobrellevar esta situación y de cómo logra interactuar con el otro, el “enemigo común”, es de lo que esta película habla llevándolo a un nivel que en sus cimas sorprende de manera gratificante. Es imposible irse sin recordar segmentos como el encuentro entre Hipo y Chimuelo o la batalla final en el cielo, a pesar de las irregularidades que atraviesa el relato para cerrar mejor su subtexto.
El 3D, ese implemento técnico que revolucionó las salas de cine para que acuda público masivamente está dejando en claro, poco a poco, que lo que importa realmente es que la inclusión de ese elemento técnico tenga un sustento desde el guión que permita que la narración fluya de manera equilibrada, sin perder el hilo de lo que se pretende contar. Si recuerdan a Monstruos vs. Aliens sabrán a que me refiero y, si ven está película, entenderán que hay un uso espectacular del 3D que recuerda a las vertiginosas secuencias de Up antes que a la malograda producción de Dreamworks. La comparación con el film de Pixar no es casual, allí la acción y el uso del 3D intensificaba la sensación de estar suspendido en el vacío a través del aire, mientras nuestros personajes llevaban a cabo las secuencias más memorables del film. Aquí sucede lo mismo, y me atrevería a decir que, dada la naturaleza de la película de Dreamworks, hay un aprovechamiento de esta herramienta tan o más solvente que en el film de Pixar. La batalla final de dragones en el aire a través de las nubes es una secuencia que difícilmente sea olvidada por las retinas del espectador. Pero, a no confundirse, con o sin el 3D la película se articula perfectamente y, por sobre todo, se entiende sin abandonar el punto de vista de nuestros personajes.
Ahora bien, aquí hay dos directores que provienen de la factoría Disney y tienen algunas cosas que lo ponen en evidencia en el buen y en el mal sentido. La interacción y el crecimiento de la relación entre Hipo y Chimuelo es gradual, brillante, con al menos una o dos secuencias que dan cátedra sobre cómo evitar las palabras y poner la imagen en movimiento logrando conmover al espectador y cerrar un mensaje sobre la comprensión del otro que sobrevuela toda la película, sin sobre explicar de manera didáctica. Por ejemplo, vi en dos ocasiones el momento en que Hipo permanece con la daga en su mano para abalanzarse sobre Chimuelo y puedo decir que como se desarrolla este momento tiene una intensidad que alcanza picos emocionales que denotan una sensibilidad escalofriante. No cualquier realizador hubiera pergeñado con tanta efectividad este segmento. Por otro lado, está la presencia de un antagonista unidimensional cuya presencia queda un tanto desdibujada a medida que avanzamos hacia el desenlace. Se trata de un enorme dragón pesadillesco del cual poco sabemos y poco hace la película para generarnos algún interés, salvo la de ser un antagonista, un enemigo a derrotar. En un relato donde se habla tanto sobre la otredad, este vínculo de un dragón-reina (se hace el paralelismo con una colmena) con los otros dragones aparece endeble y le quita tensión al climax. Después de todo, ¿porque los otros dragones que no son Chimuelo se revelarían contra su reina? Sin embargo, la batalla final es increíble, pero este detalle del guión debilita el subtexto tan bien trabajado en el transcurso del relato.
Finalmente está la solidez con que fue construido cada personaje, no solamente nuestros protagonistas. Astrid no es sólo un interés amoroso de Hipo, es también una chica de una fortaleza y un carácter delineado de manera creíble, de la misma manera que el padre, Estoico, aparece fuera del cliché a pesar de que el tema (la relación padre-hijo) haga un recorrido que carece de originalidad. Esto es gracias a los silencios, los gestos, y algún diálogo aventurado que le dan una construcción de hierro al contexto de la historia. Pero si hablamos de la inteligencia de los guionistas para elaborar personajes hay que sacarse el sombrero con Chimuelo: no sólo su diseño animado denota fiereza gracias a sus aristas, sino que también logra empatía gracias a que sus gestos y expresiones nos recuerdan a animales domésticos; si observan sus ojos verán que las pupilas son como la de los gatos y es particularmente clave el momento en que Hipo agarra su cola, porque la expresión petrificada se asemeja a lo que sucede con estos animales (si lo intentan y se bancan los arañazos posteriores verán que es cierto). Por otro lado, Chimuelo es un perro hacia el final, cuando está en la casa de Hipo esperando ansiosamente a que se despierte su “dueño” y da vueltas por toda la casa. Pero además es un dragón, tira fuego y va a una velocidad supersónica, no nos olvidemos de eso.
Pero Dreamworks no abandonó del todo su capacidad para incluir cierta intertextualidad pop en sus películas, después de todo uno de los compañeros de Hipo parece haberse leído un manual entero de Dungeons and Dragons antes de realizar su entrenamiento y hay un uso de los ralentis durante la introducción de Astrid que es digna del videoclip. Pero dentro de este film está inserto con tanta inteligencia como la comicidad aislada en el medio del drama. Aquí hay un vuelo narrativo del estudio que puede ser clave como la película-en-si, uno que parece indicar una dirección arriesgada pero meritoria y que, esperemos, se perpetúe.