Con un guión simple y entretenido, una animación basada en el vértigo de los movimientos acrobáticos en el aire, un creativo menú de dragones, personajes entrañables, profundos valores puestos en consideración y una inteligente resolución de la historia, “Cómo entrenar a tu dragón” cuenta con los elementos necesarios para divertir sin intenciones solapadas ni golpes bajos y con un muy buen ritmo cinematográfico.
El cuento está ambientado en una aldea habitada por vikingos, rudísimos personajes que hacen de la guerra a la plaga de dragones el motivo principal de sus vidas. Estoico, el jefe de la tribu, es el padre de Hipo, un joven débil y escuálido que no hace honor a la brusquedad de sus ancestros. Pero él quiere sobresalir, matar a un dragón, ganar reconocimiento y abordar el corazón de Astrid, la chica más linda y más aguerrida de la comarca.
Pero siempre hay un pero. Cerca de uno de los monstruos por pura casualidad, Hipo se da cuenta de un detalle que puede cambiar la existencia de los vikingos, aunque esa percepción primero lo exalte y luego lo suma en el desprecio de su propio padre.
Y si bien el argumento es simple y llano (para que disfruten los más chicos), se esconden tras la fachada de una atractiva animación valores de muy importante promoción. Así, lealtad, amistad, amor, convicción y honestidad forman parte de la resolución del conflicto, mientras van in crescendo grandes momentos de acción y entretenimiento.
Quizás sea por la creatividad de los animadores que se refleja en la ambientación y especialmente en las diferentes especies de dragones que sobrevuelan la cinta. Unos más espeluznantes que otros, son el fiel del entrenamiento al que históricamente son sometidos los niños de la aldea. Saber defenderse de los bichos es un conocimiento básico de supervivencia.
No solamente porque los dragones echan fuego por la boca sino porque además vuelan y en este filme ese no es un dato menor. Sobre todo para quienes tienen la posibilidad de experimentar la tecnología de 3D. A semejanza de una montaña rusa, las secuencias con los acrobáticos movimientos de los animales en el aire hacen, con picadas y contrapicadas, cosquillas en la panza.
Con el novela infantil de Cressida Cowells como musa inspiradora, “Cómo entrenar a tu dragón” aparece hoy como un filme atractivo y aleccionador, aunque su futuro nose juegue en la pantalla grande. Lo hará en las personales, si logra popularizarse como un video game. No sólo de cine viven los hombres y de los dragones, ni hablar...