Mi mascota favorita
Agradable sorpresa del estudio que hizo "Shrek": aventura atrapante y con humor.
A veces entrar a al cine a ver una película para la cual no se tiene expectativas puede terminar siendo una más que agradable sorpresa. Y sin querer arruinarle al lector tamaño placer, no queda otra que recomendar Cómo entrenar a tu dragón, que si no es un oasis en medio de tantas producciones animadas en 3D en las que la historia que se cuenta es mínima y todos los cañones apuntan a los efectos tridimensionales, le pasa raspando.
Detrás de cámara está la dupla que dirigió Lilo & Stitch, una comedia estrambótica que allá por 2002 remozó el tipo de humor que tenía la factoría Disney, juntando a una niña hawaiana, criada por su hermana, y un extraterrestre. Aquellos padres que recuerden el rostro de Stitch advertirán que el dragón Furia nocturna debe ser un pariente cercano. Y la trama de este filme, que se estrena acá antes que en los EE.UU., también relaciona a un niño diferente, aquí hijo de Estoico (!), líder de una tribu vikinga en una isla, con el bicharraco del título.
Y como en Lilo & Stitch, también el animalito debe congeniar en un ámbito que no le resulta natural. Si Stitch es una mascota un tanto, por no decir del todo, anárquica, Furia nocturna llega a la isla con una fama inédita -nadie lo ha visto, pero se sabe que es el más mortífero de todos los dragones que acechan la isla- que terminará trastocada cuando Hipo (!), el joven flacucho que quiere combatir dragones pero no lo dejan, descubra que estos reptiles son más dóciles que Lassie si se los trata como corresponde.
Tanta mención a aquel filme no debe hacer creer que Cómo entrenar a tu dragón no tenga originalidad, sólo se apuntan rasgos en común. La relación padre-hijo está tan bien planteada y dosificada como la que entabla Hipo con su mascota. La fiereza de Estoico es proporcional con la de Chimuelo, como bautiza el joven a Furia nocturna, a quien Hipo capturó casi de casualidad y debido a que le cortó parte de la cola es que el dragón permanece junto a Hipo.
Es fácil asociarse a la simpatía que despierta la relación dueño mascota, pero la película va mucho más allá, con escenas de combate entre vikingos y dragones muy bien desarrolladas, subtramas, toques de humor y sensibilidad. Los personajes secundarios son más que acompañantes, incluida Astrid, la rubia vikinga que se entrena junto a Hipo para pelear con los dragones, y Bocón, el entrenador a quien un dragón le comió una pierna y un brazo.
En síntesis, un excelente programa para diversión de todos.