¡Solo falta Sean Connery!
Desde el megaéxito que significó Shrek (2001) para Dreamworks Animation, dicho estudio se convirtió en la competidora natural de la dupla Disney / Pixar en cuánto películas generadas por animación CGI. Sin embargo, descartando las secuelas de las aventuras del ogro verde (bastante pobres cinematográficamente hablando, menos original, y divertida que la precursora), las siguientes películas de Dreamworks Animation, estuvieron lejos de llenar las expectativas artísticas, narrativas y financieras, mientras que Pixar siempre se mantuvo a la cabeza del cine animado.
¿A que se debe este fenómeno? En principio, a que el estudio liderado por Katszeberg, Geffen y un tal Spielberg, apunta sus dardos a un público infante, debido a sus “tiernas” historias, su humor y complicidad más básicas, pero a la vez, el humor en doble sentido, los chistes localistas y contemporáneos, sumado al “enganche” de poner voces de actores famosos como protagonistas, atrae multitudes… pero solo al principio. Porque, las historias terminan siendo menos inspiradas que las de Pixar, dejando de lado cualquier tipo de metáfora o sutileza para dar el mensaje más obvio y subrayado… además de visto, previsible, al final lleno de clisés y lugares comunes.
No por esto, dejan de ser simpáticas, entretenidas y atractivas, pero no al nivel de Pixar. Mientras que el equipo liderado por John Lasseter se inspira en el cine del maestro de la animación, Hayao Miyazaki (vean el trailer de Toy Story 3 y compruébenlo), lo de Dreamworks se asemeja más a un sketch de Saturday Night Live.
Por último está la competencia visual. No hablo del 3D, que ahora lo utilizan todos, sino de la animación en sí, que no tiene la calidad, la belleza visual, el lirismo pictórico de las películas de Pixar. Las formas, los colores, los movimientos, siguen siendo muy duros; no viven, no respiran con independencia. Sigue pareciendo una animación convencional en el fondo. El sonido no vibra, no vive, no asombra en detalles o meticulosidad como Pixar.
Personalmente, me había cansado de Dreamworks y sus fábulas animadas, especialmente después de pobres productos como El Espantatiburones o Madagascar y su tonta secuela. Veo monotonía y repetición en sus guiones.
Como Entrenar a Tu Dragón, es probable que dramáticamente no difiere demasiado de otras películas animadas, pero es cierto, que supera a todos los ejemplos anteriores.
En primer lugar, no usa el humor como principal atractivo. Al situar la acción en tiempos vikingos, los creadores, logran evadir la inserción de personajes “cancheros” o “humoristas stand up”. No usan terminologías modernas, y tratan de limitar el campo de acción.
Por suerte, no apelan a agregarle voces a los dragones. La relación humanos / dragones, se trata de una metáfora sobre la domesticación animal; resulta ”realista” esta relación. Si retrocedemos en el tiempo y buscamos otras películas infantiles con estas criaturas mitológicas (no incluyo El Reinado del Fuego), como Mi Amigo el Dragón (de Disney) o Corazón de Dragón de Rob Cohen (con Dennis Quaid y la voz de Connery como Draco), encontramos la típica subestimación del público, para generar mayor empatía con los más chicos.
La película, dirigida por los creadores de la subestimada de Lilo & Stitch (pobre en su concepción pero divertida y poco pretenciosa en su realización) tiene méritos independientes de las demás producciones Dreamworks. Si bien, a nivel narrativo acude a algunos estereotipos y lugares comunes en la caracterización de personajes como que el protagonista sea el típico “nerd” que va a contracorriente de los deseos de su padre, un cazador de dragones, y de la comunidad, el “chico raro” de la clase, también vale destacar, que no existe el típico villano, malvado de turno. Hippo, el protagonista, debe mostrar a su comunidad (y especialmente a su padre) que los dragones no son malos. Que pueden domesticar, y puede haber una convivencia pacífica entre humanos y ellos.
Por más peligrosos que sean, son lo hacen para defenderse y tienen la meta de robar ganado, para dársela a la “reina” como tributo para que no se los coma. Pero sus directores, más allá de que terminen endemoniando a dicho súper dragón, no se apartan demasiado de la línea principal de la historia, y el mensaje rector: dejar de lado tradiciones supersticiosas, abrir la cabeza y la mente a otras comunidades, conocerlas para convivir y no atacarlas porque parecen peligrosas (es probable que Bush no lea eso).
La primera mitad de la película, es mejor que su benévolo, previsible y conciliador desenlace sin duda. Los paralelismos entre como Hippo investiga como domesticar o “entrenar” a un dragón, la construcción de un mecanismo que sirve para dirigir el vuelo, es realmente interesante, a contraparte de los métodos que los vikingos tienen para “entrenar” a sus hijos para luchar contra los dragones (similares a los del circo romano). Esta evolución del protagonista y sus compañeros, son el punto más alto del relato en cuanto a la narración.
No es tarea fácil domar a un dragón. No se trata de unir el pelo del humano con la oreja del “animal” (James Cameron debería leer el manual de Hippo).
El resto de la película es probable que sea un poco convencional, pero no deja de ser entretenido y adrenalínico, el viaje. Por más estereotipados que estén el resto de los personajes, terminan siendo verosímiles sus comportamientos.
A nivel visual y sonoro, supera a otros productos Dreamworks. Si bien los humanos y la comunidad vikinga parecen sacados de un videojuego de estrategia como el Age of Empires, la textura de los dragones es realmente admirable. Respiran, los detalles en cuanto a piel, fisiología, estructura ósea, es muy realista. Inspirados en la reconstrucción de dinosaurios, y la fisonomía de reptiles, los dragones, lucen como si existieran en el mundo real. No hay tanta meticulosidad ni innovación, en cambio, en cuanto a diseño de las figuras humanas.
El sonido ayuda a incluir al público dentro de la comunidad vikinga. En dicha integración aportan también la inclusión de la técnica 3D, que aporta profundidad de campo dentro de los bosques y tabernas. La banda sonora compuesta por John Powell, contiene influencias de música celta, que recuerda por momentos a las bellas melodías que Howard Shore, compuso para la banda sonora de El Señor de los Anillos.
Como siempre, es una verdadera lástima perderse las voces originales de Jay Baruchel, Gerard Butler y especialmente, del excelente humorista británico Craig Fergusson.
Sin abandonar, la estructura básica, el mensaje políticamente correcto de una película orientada para los más chicos, Como Entrenar a Tu Dragón es una propuesta que rompe, por suerte, los moldes de los estudios Dreamworks, (igual para este año, vuelven con dos propuestas de humor banal como la cuarta parte de Shrek y Megamind con Will Ferrell).
Será un consejo convencional, pero Como Entrenar a Tu Dragón, es un grato entretenimiento para grandes y chicos.
Y sino pregúntenle al crítico que, durante la función de prensa, descuidó a su hijo (que se trepó encima mío), por quedarse prendido de la pantalla.