Ayudando al destino
Hay algo que Celina, la entrañable protagonista del primer largometraje de Fernando Salem, tiene entre ceja y ceja desde el arranque de la historia: el reencuentro con su madre, de la que no tiene noticias hace mucho tiempo. La muerte de su padre -una fugaz aparición del cantante Sergio Pángaro- dispara lo que la chica evidentemente venía carburando hace rato: salir en busca de esa mujer con la esperanza de recomponer un vínculo necesario. Celina decodifica señales en sucesos fortuitos: hasta una palabra deducida para completar el crucigrama que tortura a una compañera de trabajo parece empujarla a salir a la ruta. Entonces abandona su abúlico empleo en un peaje desierto, tolera hasta donde puede los reclamos de su novio y consigue una nueva ocupación de eficacia improbable -la venta puerta a puerta de un libro que tiene respuestas para preguntas absolutamente disímiles- con el objetivo de reunir el dinero necesario para un viaje a Italia, donde supone que vive su madre. Al destino hay que ayudarlo, Celina lo sabe y tiene decisión y energía. Entonces va uniendo cabos, aprovecha la valiosa información que le proporciona una mujer con la que se cruza casualmente en medio de un caótico viaje con una vendedora más experimentada y al borde de un ataque de nervios, y se acerca raudamente a su objeto de deseo.
Reciente ganador del premio a la mejor dirección en el Festival de Mar del Plata, Salem explota muy bien el carisma de Verónica Gerez y la convicción con la que la joven actriz interpreta a su personaje. La rodea de actores talentosos y experimentados que resuelven sus partes con notable aplomo: Pilar Gamboa -quien vuelve a brillar interpretando a un personaje en apariencia hosco, pero en esencia frágil y contradictorio-, Esteban Bigliardi, Marilú Marini, Rafael Spregelburd, María Ucedo, Miriam Odorico... Pero el director debutante también pone en juego una generosa gama de recursos que enriquecen a la película sin sobrecargarla: usa la música con un criterio original, casi aleatorio, y genera fisuras en el terreno de la ficción a través de una serie de breves reflexiones sobre temas muy diversos -desde los misterios del amor hasta las técnicas para la supervivencia en un desierto- que algunos de los personajes relatan mirando a cámara. Y reserva para el final una escena hermosa que descarta el golpe de efecto y apunta al corazón con simpleza y lucidez.