Cómo desperdiciar tiempo y talento en vano
Es increíble ver tanto talento al servicio de una comedia despiadadamente insulza. Sarah Jessica Parker, cuya calidad de comediante está más allá de toda discusión por películas y series de TV, aquí interpreta a una madre que se preocupa por sus hijos y su marido (un Greg Kinnear totalmente desaprovechado), pero que también es una ejecutiva atenta a sus negocios, que la llevan a estar demasiado tiempo fuera de su hogar, para colmo en compañía del millonario Pierce Brosnan.
La estructura de entrevistas a cámara, pensadas para contar la historia, no sólo resulta terriblemente anticuada sino que, además, está mal resuelta y no agrega nada a un conjunto sin gracia, lleno de lugares comunes como la tensión del día de venta de postres en la escuela primaria o la reunión de presentación que interrumpe el Día de Acción de Gracias.
En medio de este cóctel anodino hay un simulacro de triángulo amoroso -después de todo, la protagonista es una de las estrellas de «Sex and the City»-, pero nunca pasa nada casi a ningún nivel. Lo que más pena da es que la película está bien producida y correctamente filmada, pero carece de un solo gag que haga reír, y tampoco llega a incursionar en el melodrama, aunque por momentos intenta lucir como una comedia dramática.
No hay mucho más que decir sobre este fiasco, salvo que hasta un gran cómico como Seth Meyers (de «Saturday Night Live»), en un rol secundario, se ve liberado de todo su talento y cae en lo anodino del conjunto.