A la comedia estadounidense no le fue tan mal en 2011 respecto de otros género, por ejemplo el de terror; sino estaríamos ante una suerte de debacle, aunque debo reconocer que soy siendo bastante complaciente. Será porque estamos en épocas navideñas y a uno se le da por reglar cosas. Por ejemplo la reflexión que acabo de hacer.
Es curiosa la carrera de Sarah Jessica Parker. A principios de los '90 ofrecía un matiz de frescura en algún personaje, como aquella chica despojada de tabúes en la comedia “L.A. Story” allá por el año 1990. Luego pegó ese rol fundamental en una serie (fundamental) como “Sex and the city” (1998-2004), y sus secuelas cinematográficas “Sex and the city. La película” (2004) y “Sexy en Nueva Yotk” (2010).
Evidentemente, la guionista de “¿Cómo lo hace?”, Aline Brosh McKenna, vio todas las temporadas de la serie y no se le ocurrió mejor (peor) idea que tomar ese personaje y despojarlo de todo signo de inteligencia para convertirlo en este híbrido del género femenino.
Al principio hay una especie de amague con ir por el lado de la impronta de Carrie Bradshaw (el personaje de la actriz en la serie mencionada) con una escena de ella y su marido en la cama. Él duerme en tanto ella reflexiona: “mientras ellos están tranquilos, nosotras hacemos una lista de cosas para hacer al otro día” Entonces asistimos a una serie de pensamientos en off de la protagonista con todo lo que tiene por hacer. Descubrimos entonces la versión de la mujer moderna, casada, con dos hijos, y trabajadora. Los conflictos de Kate pasan, por ejemplo, por cómo hacer una torta para una feria escolar de su hija, mucho más rica y vistosa que la de otra mamá a la que le tiene una evidente envidia. La actriz mira a cámara (cámara subgetiva) para explicarlo, o sea que le habla directamente al espectador. Un buen recurso que en este caso está mal utilizado, porque la línea de diálogo que tiene la actriz dibuja un personaje con el razonamiento de una adolescente en tanto se trata de una mujer cercana a los 40 años.
El guión se ocupa de endilgarle a Kate tantas actividades como sea posible, subrayándolas con personajes que a cada rato afirman: “Me pregunto cómo lo hace”.
El problema que atenta contra la credibilidad del personaje durante toda la historia no es de la actriz, sino del realizador. Ha dibujado una mujer de 40 años por la forma de hablar, los gestos, y el razonamiento de una adolescente de 16. El marido (Greg Kinnear) tiene más paciencia que Jacinta Pichimahuida. Él también trabaja, pero parece que se las arregla para dedicar tiempo a los chicos y darle a las cosas la importancia que tienen. Pero aún con las apariciones del actor, la obra se va cayendo dentro de su propia propuesta y resulta aburrida. Hasta la banda de sonora está plagada de sonidos comunes que tampoco ayuda a que los momentos de humor levanten el ánimo. Por último, supongamos que el target de público al que está dirigida la producción son las mujeres modernas ocupadas con mil cosas a la vez, estimo que probablemente no tengan tiempo ir al cine a verla.