Tal vez, uno (cualquiera de nosotros) que va analizando el aquí y ahora, respecto de la cantidad y calidad de productos cinematográficos que llegan a estrenarse en Argentina, se pierde sin remedio en esa vorágine, y por ende, la brújula se vuelve errática. Por eso, repasando el género de la comedia norteamericana de los últimos cinco años resulta efectivo a la hora de rubricar la sensación de decepción general que nos habita.
Por esta razón es aconsejable (repito, aconsejable) aislar “Como ser soltera” del resto. Tanto de lo bueno como de lo malo (bueno-malo, terminemos con esta postura de si un hecho artístico lo es o no. Son calificativos elegidos a nivel cultural a los efectos de consignar una opinión, y conste que no es un invento de la crítica. Se podría hacer un tratado de esto. También un racconto de las comedias vistas por todos de un tiempo a esta parte. Es más, hasta sería menester clasificar el tipo de humor en la comedia: sátira, cómica, parodia, escatológica, humor negro, ácido, corrosivo, político, social… Todo, forma parte de un gran cúmulo analítico de diversidad socio-político-cultural que el género se encarga de mostrar con herramientas vastas y suficientes como para constituirse en un espejo. Actual (del ya, del aquí y ahora), o anacrónico, en tanto temas universales.
En las proyecciones de prensa, cuya mayoría ocurren durante la mañana por cuestiones comerciales, es natural (por compromisos que uno tiene luego) preguntar por la duración de la proyección. Este es un caso (de pocos) en el cual uno no puede creer que media hora parezca un siglo, y que encima falten como ochenta minutos más.
“Como ser soltera” comienza con una reflexión en off de Alice (Dakota Johnson) sobre el tiempo necesario que uno necesita estar con uno para conocerse a sí mismo. Acto seguido, la muchacha le plantea esto al chico con el que anda noviando, pese a que las imágenes y la química entre ambos muestran que la decisión está tan forzada como la situación. A partir de allí, una canción cuya letra reza “bienvenidos a New York, todo es muy divertido” o algo así, nos indica el camino de incoherencias por el cual transitará el texto cinematográfico. No sólo eso. También veremos (y escucharemos) un espantoso discurso misógino, desangelado, superfluo, ególatra, despojado de problemática real y embalado en presentarnos personajes que, desde su “política” de vida, intentarán sostenerlo, a saber:
Una idiota creyente en las redes sociales y las estadísticas, que explica las posibilidades de encontrar la pareja ideal con maníes;
Un barman capaz de cerrar la llave de paso de agua de su departamento, con tal que la mina de turno que se coge se vaya (¿no es más fácil un telo?);
Una piba con sobrepeso y vestidos con luces de neón, con líneas de chistes sexuales que harían enrojecer a Jorge Corona;
Una médica partera que descree de tener hijos, y se lo dice a las mujeres a las cuales “ayuda” a dar a luz (o sombra, mejor dicho).
Entre estos (y otros personajes nefastamente construidos) girará la vida de Alice y su experiencia de mudarse a la gran ciudad. El guión de Abby Kohn, Danna Foxx y Marc Silverstein no solamente calca situaciones de “Sex and the City”, “Friends” y otras series emblemáticas sobre la amistad, sino que se las arregla para quitarle todo rastro de sutileza para convertirlo en un ping pong entre el día y la noche neoyorkina, que ni siquiera se molesta en cambiar de escenario (como parte del transitar del personaje que cuenta la historia), por el contrario, el rebote de situaciones se producen tal cual sucedería en una serie.
En desmedro del poder de síntesis, esta decisión de mostrar la vida en la ciudad como una sucesión de resacas de alcohol mal consumido deja el verosímil en un estado putrefacto para todos y cada uno de los actores que pasan por delante de la cámara. No hay un sólo trago de cerveza, tequila u otra bebida (ni hablar de las consecuencias que esto genera) que se vea lógico. El ejemplo más claro de instalación del juego de los excesos sería la auto-conciencia de toda la saga de”¿Qué pasó ayer?”, que justificaba casi todo a partir del recorrido inverso en la forma de contar la historia. Por eso, cuando en éste caso el montaje agotó su recurso narrativo a los 20 minutos de comenzada la función, al espectador sólo le queda sobrevivir por obra y gracia de concederle su tiempo y dinero a todo lo que suceda.
Hulega decir que Rebel Wilson, la versión inglesa de Melisa McCarthy, es el único personaje que sostiene la coherencia y el humor, alternando aciertos como el montaje de “en 20 minutos arreglo nuestra resaca”, y espantos como comparar el vello púbico de su amiga con la barba de Gandalf. Pocas veces se vio una buena idea de gag, tan mal puesto como en esta película.
¿En qué lugar se pone a la mujer en “Como ser soltera”? La respuesta del guión es tan nefasta que da miedo pensar que el discurso pueda ser defendido de alguna manera. De todos modos, no estamos para eso. El éxito de éste estreno está casi asegurado por una cuestión estacional. Los elementos de redes sociales están, la música también, el espejo superficial también… Sí. Lamentablemente todo eso está.