Solteras sin rumbo
Las comparaciones son odiosas, pero cuando el propio guión las hace resulta casi imposible resistirse. En algún momento de Cómo ser soltera, tres de sus protagonistas mencionan a los personajes de Sex and the City como pésimos ejemplos de mujeres independientes. El comentario pierde toda gracia o valor porque aun con sus errores y su tendencia a obsesionarse con los hombres con los que salían, Carrie, Miranda, Samantha y Charlotte tenían más personalidad y rasgos feministas en sus uñas que Alice (Dakota Johnson), Robin (Rebel Wilson), Meg (Leslie Mann) y Lucy (Alison Brie) en todo su cuerpo. Es cierto que los personajes centrales en una comedia sobre la vida de solteras en la Nueva York actual no tiene por qué ser un manifiesto sobre la igualdad y el derecho de las mujeres, pero sí debería al menos cuidarse de no presentarlas como un grupo de infelices, inmaduras, insensibles y algo tontas señoritas con tremendas dificultades para establecer vínculos más o menos sanos. Ya sea con potenciales parejas o entre ellas. Todo gira en torno de Alice, que insatisfecha con su larga relación con Josh (Nicholas Braun), su novio desde la universidad, decide separarse con el apoyo de su amiga Robin, siempre algo borracha y dispuesta a divertirse, y su hermana mayor, Meg, a la que el relato presenta como una antipática solterona obsesionada con su trabajo. Si por un momento la historia intenta explorar la relación entre las dos hermanas y alejarse de los clichés románticos, la búsqueda termina siendo vacía porque ni las carismáticas Johnson y Mann consiguen elevar sus débiles criaturas a seres humanos más o menos creíbles.
Una vez más resulta inevitable la comparación: en la aún inédita Trainwreck, Amy Schumer y Brie Larson dan una clase magistral sobre los estrechos y complejos lazos entre hermanas a partir de un brillante guión escrito por la propia Schumer. Que también se ocupa de dar lecciones sobre cómo ser soltera. Una incógnita que esta película está lejos de despejar.