La Nueva Oleada Italiana en Argentina
Los cineastas italianos se cansaron de ver siempre los mismos paisajes, de criticar a Berlusconi, de generar giallo alla italiana con la mafia de fondo, o comedias románticas banales, que apuntan más al ojo de Hollywood que al propio.
Le dijeron basta a una tradición de revisionistas de la historia; artistas invaluables como Bertolucci, Scola ya forman parte del pasado. Sí, bueno, de vez en cuando Moretti arma algún manifiesto socialista, Bellocchio hace una épica y Darío Argento sigue aterrando con actores ingleses o estadounidenses perdidos en las calles de Roma perseguidos por algún asesino serial de mujeres, sectas de brujas, espíritus vengativos o Asia Argento semidesnuda.
Ahora la nueva moda italiana es la historia argentina.
Emanuele Crialese, reprodujo el puerto de Sicilia en Buenos Aires con Nuevo Mundo (2006), Marco Risi, filmó la inmirable La Mano de Dios (2007, ¿hace falta aclarar de que se trata?) y ahora, Stéfano Incerti nos trae, Cómplices del Silencio.
Tras haber visto Aparecidos (2008) co producción española de terror acerca de las desapariciones en la última dictadura militar, me prometí a mi mismo cuidarme de ver películas extranjeras que tocaran un tema tan doloroso para los argentinos de forma tan superficial. Y en apariencia, Cómplices… podría tomar el mismo rumbo.
Mundial del ’78. Maurizio (Boni, visto en La Mejor Juventud) es un periodista italiano que llega a la Argentina para cubrir los partidos de la selección italiana. Acá se reúne con un tío (Marrale), un primo (Fonzi) y un amigo de la familia, Pablo Pere (Leyrado), que trabaja en la organización del mundial.
Al mismo tiempo, y sin que se entere su familia local, se encuentra con Ana (Raggi, realmente una revelación actoral en esta película), la ex esposa de una amigo que Maurizio tiene en Italia. Ana, pertenece a un grupo subversivo que planea un golpe contra La Triple A. A medida que Maurizio se involucra sentimentalmente con Ana, va descubriendo lo que sucede en las calles de Buenos Aires: secuestros, asesinatos, persecuciones.
Incerti es muy respetuoso ante la historia argentina, y los personajes son creíbles y verosímiles. No se puede decir que escapan del estereotipo televisivo, pero lo cierto es que tanto Leyrado, como Marrale, Fonzi, Mariana Levy (Recortadas) y la apuntada Raggi tienen un trabajo actoral que supera la mayoría de actuaciones que hacen en películas nacionales. Irónicamente es Alessio Boni, quien no logra darle carisma a su personaje. Todo el tiempo parece demasiado preocupado, sobreactuado, no le encuentra el tono justo al personaje.
Narrativamente es clásica, previsible y convencional. La puesta en escena es rigurosa y transparente. La historia amaga en convertirse en un culebrón, pero por suerte Incerti, sin demasiados excesos, evita que caiga en el melodrama tradicional, gracias a la tensión y el suspenso que logra transmitir. El relato es atrapante y fluido.
En ese sentido, más de un argentino podrá identificarse con la historia y los personajes. La investigación previa del director acerca del contexto socio – político que vivía el país, el miedo en las calles es acertado, al igual que la actitud de los represores, y la siniestra mirada de Pablo Pere. Leyrado, lejos de sus actuaciones llena de exabruptos logra concebir un villano interesante.
Incerti no tiene miedo de criticar los vínculos que había entre la Iglesia y los militares o de reproducir escenas de tortura, sin llegar a la morbosidad, pero tampoco abusando de la sutileza.
Es verdad, que por momentos es demasiado discursiva, explicativa, y en el final, se suceden algunas situaciones demasiado dramatizadas, exageradas, inverosímiles para los que conocemos la historia, pero que contienen un mensaje directo para que los italianos puedan conocer lo que pasaba del otro lado del charco.
El fin justifica los medios a veces. Aun con matices criticables durante su desarrollo, Cómplices del Silencio es un film oscuro, un thriller que muestra la otra cara de una época contradictoria, repleta de muerte e hipocresía, al tiempo que el resto de los argentinos festejaban ingenuamente la Copa del Mundo.
Estreno oportuno, para no olvidar, que aunque la pelota ruede en el campo de fútbol de Johannesburgo o de Buenos Aires, el mundo sigue girando, sigue habiendo injusticias, sigue habiendo atrocidades.
Finalmente, la pelota se mancha.