La manera de narrar de Claire Denis -acercarse al extremo a sus personajes, seguirlos cuando es esencial, utilizar la elipsis con audacia- permite en parte que una historia del montón (una mujer envuelta en un triángulo amoroso donde realmente ama a ambos hombres) sea una exploración por territorio emocional desconocido.
Aquí, incluso si los intérpretes son gente virtuosa, es más el ojo que sigue a los personajes -y qué selecciona mostrar- lo que otorga peso a cada secuencia de la película más que la habilidad del actor por alcanzar algo muy parecido a la verdad (la verdad que puede permitir una ficción).
Gran exploradora de formas y géneros, Denis aquí se queda con un esquema simple y conocido para ahondar no en las emociones sino en la contradicción entre deber y deseo. La gran discusión entre Binoche y Lindon es cine puro y revelador.